FÚTBOL 37ª jornada de Liga

El Deportivo prefiere esperar

El líder pacta el empate en Santander y aplaza el alirón hasta la jornada final, cuando le bastará un punto frente al Espanyol

El transatlántico que lleva el título en sus bodegas se quedó ayer a un palmo de los muelles del puerto de A Coruña. El momento del atraque, con sus consiguientes festejos, se aplaza una semana más, hasta el momento final del campeonato, destino inevitable de un Deportivo que ha ido demorando la sentencia de la Liga un domingo tras otro. El Depor también desdeñó ayer la posibilidad de ser campeón antes de la última jornada. Salió a El Sardinero con la única aspiración de empatar y, como ese era también el propósito principal del Racing, la cosa terminó como un pacto entre caballeros, que dejó ...

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El transatlántico que lleva el título en sus bodegas se quedó ayer a un palmo de los muelles del puerto de A Coruña. El momento del atraque, con sus consiguientes festejos, se aplaza una semana más, hasta el momento final del campeonato, destino inevitable de un Deportivo que ha ido demorando la sentencia de la Liga un domingo tras otro. El Depor también desdeñó ayer la posibilidad de ser campeón antes de la última jornada. Salió a El Sardinero con la única aspiración de empatar y, como ese era también el propósito principal del Racing, la cosa terminó como un pacto entre caballeros, que dejó contentos a los dos equipos, pero casi mata de aburrimiento a un estadio repleto que esperaba vivir una gran tarde. Al igual que en 1994, la Liga se decidirá en Riazor en la jornada final. Pero esta vez no parece que el Depor vaya a desaprovechar su ventaja: un punto será suficiente para que el sueño no se escape otra vez.O las proclamas anteriores al partido eran pura filfa, o es que al Deportivo le entró un ataque de pánico al saltar a El Sardinero. La víspera, del entrenador al último de los jugadores, todo el mundo anunciaba que el equipo tenía que salir a por el partido, pero la realidad desmintió en seguida esa declaración de intenciones. Ante la ausencia de Djalminha, Irureta, fiel a su carácter, se inclinó finalmente por la solución conservadora, el dichoso trivote, o lo que es lo mismo, un tapón por delante de la defensa -Mauro Silva- y dos mediocentros defensivos -Flavio y Jokanovic- unos metros más arriba. El sistema implica una renuncia inicial a construir el ataque por el medio y fía todas las posibilidades de creación a las entradas por los costados.

RACING 0DEPORTIVO 0

Racing: Ceballos; Tais, Txema, Arzeno (Neru m. 89), Sietes; Colsa, Espina; Munitis, Vivar Dorado (Bestchastnykh m. 56), Manjarín; y Salva.Deportivo: Songo'o; Manuel Pablo, Donato, Naybet, Romero; Mauro Silva; Víctor (Pauleta m. 69), Flavio (Jaime m. 62), Jokanovic, Fran; y Makaay (Turu Flores m. 83). Árbitro: López Nieto, andaluz. Amonestó a Espina, Munitis, Txema y Jaime. Prácticamente lleno en El Sardinero, con unos 23.000 espectadores, entre ellos más de 5.000 aficionados deportivistas.

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No hacían falta grandes dotes de adivinación para pronosticar lo que ocurrió finalmente. El Deportivo se entregó a la pura especulación, como si su único objetivo fuese dejar que corriese el reloj a la espera de alguna oportunidad aislada o, en el peor de los casos, a que se concretase el empatito sin goles. Con un centro del campo tan lento y pesadote ni siquiera la posibilidad del contragolpe prometía grandes aventuras a los coruñeses. Como el Racing -al que un punto le bastaba para asegurar la permanencia- también se agrupó mucho alrededor del centro del campo, confiado en los latigazos que podrían asestar por las bandas Munitis y Manjarín, el partido derivó en un atasco tremendo que condujo inevitablemente al bostezo, una situación impropia de un duelo con tanto en juego.

Tan incapaz se mostró el Deportivo de hilvanar algo de fútbol desde el centro del campo que pronto no le quedó más recurso que el pelotazo de Donato, directamente desde la defensa, al pobre Makaay, un ermitaño adormecido entre la espesura de la defensa local. Por lo demás, lo único que cabía esperar del Deportivo era que Fran ideara algún pase imposible, pero hasta el capitán blanquiazul acabó perdido en medio del yermo que le rodeaba. Un córner lanzado por Víctor al larguero fue la única aportación ofensiva del Deportivo en toda la primera parte. Y, prácticamente, en todo el partido.

El Racing tampoco se prodigó en las cercanías de Songo'o, pero al menos esbozó algunos intentos con cierta propiedad, sobre todo gracias a las incursiones y gambeteos de dos futbolistas tan habilidosos como Munitis y Manjarín. En el tramo final de la primera parte, el Deportivo pudo comprobar hasta qué punto su apuesta entrañaba riesgos terribles. El Racing pareció envalentonarse ante la inofensiva actitud del líder, que se sostuvo en pie gracias a Songo'o, un hombre que llevaba una mala temporada pero que ayer resultó decisivo en dos lances muy peligrosos. El primer susto para los gallegos llegó en una magnífica apertura cruzada de Munitis para Manjarín, quien entró como un tiro, se olvidó de su pasado deportivista, de su esposa coruñesa y hasta de su hijo nacido en esa ciudad, y remató cruzado ante la salida de Songo'o. El camerunés se estiró lo justo para tocar el balón con la punta de los dedos y evitar el gol. El portero volvió a aparecer poco después para desviar un envenenado cabezazo de Vivar Dorado.

Si el primer tiempo había resultado soporífero, la segunda parte fue la apoteosis del tedio. A esas alturas de la función, hasta los jugadores parecían ya aburridos de desempeñar su rutinario papel y daban ganas de pedirle al árbitro que indicase el final para irse a casa a ver lo que ocurría en San Sebastián. Al menos, la afición local encontró motivos para alegrarse con las noticias que traía la radio: el Madrid sentenciaba en Sevilla y el Racing ratificaba que seguirá otro año en Primera. Del líder y probable campeón no había noticias. Irureta ni siquiera renunció al trivote cuando le surgió la oportunidad con la lesión de Flavio mientras Turu Flores y Pauleta calentaban en la banda ya desde el primer tiempo. Pero no era cuestión de incordiar al adversario, porque aquello se parecía cada vez más a un pacto tácito de cese de hostilidades.

Entre bostezos se llegó al final, y lo más interesante de la tarde sucedió con el partido terminado: las dos aficiones se echaron al césped e hicieron la fiesta juntas. Los cánticos de los hinchas gallegos delataban que ya están saboreando el título, aunque para tener la certidumbre final, deberán aguardar de nuevo a la última jornada del campeonato.

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