Tribuna:

La ETA azul

Los actos celebrados el pasado fin de semana en Valencia con motivo de la celebración del 25 de abril ha puesto de los nervios a estos muchachos del PP valenciano. Y presos del nerviosismo han comenzado a soltar inconveniencias y barbaridades. Refiriéndose a la Assemblea de regidors, el señor Font de Mora, portavoz del PP, ha tenido la ocurrencia de decir que esta reunión persigue "lo mismo que ha pretendido hacer el brazo político de ETA en el País Vasco". ¡Ahí queda eso! Pero hay más. Aludiendo a los destrozos realizados al término del concierto de Lluís Llach en la plaza de toros, el señor ...

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Los actos celebrados el pasado fin de semana en Valencia con motivo de la celebración del 25 de abril ha puesto de los nervios a estos muchachos del PP valenciano. Y presos del nerviosismo han comenzado a soltar inconveniencias y barbaridades. Refiriéndose a la Assemblea de regidors, el señor Font de Mora, portavoz del PP, ha tenido la ocurrencia de decir que esta reunión persigue "lo mismo que ha pretendido hacer el brazo político de ETA en el País Vasco". ¡Ahí queda eso! Pero hay más. Aludiendo a los destrozos realizados al término del concierto de Lluís Llach en la plaza de toros, el señor Font de Mora ha declarado que "estos actos vandálicos pueden ser el germen de violencias mayores; empiezan cortando los pies de una estatua y pueden acabar con temas que afectan a la sangre y a la carne de las personas".Mire, señor Font de Mora, no nos hable a los valencianos nacionalistas -y menos desde su ubicación política- de Etas y de sangre. Aquí, en el País Valenciano, a finales de los años setenta, teníamos lo que en alguna ocasión yo he llamado una ETA azul, que esa sí buscaba la sangre. La sangre de Joan Fuster (dos atentados con bomba en su casa de Sueca, del segundo se libró de milagro); la sangre del profesor Sanchis Guarner, a quien mandaron un paquete bomba a su domicilio -que no estalló gracias a la sospecha del destinatario antes de abrirlo- como los recientes que se han enviado a Carlos Herrera o al subdirector de La Razón; la sangre -y en estos casos también la carne- de Miquel Grau o la de Guillem Agulló, vilmente asesinados; la bomba en un cine de Alcoy cuando se representaba La portentosa vida del Padre Vicente; la bomba en la plaza de toros en un acto nacionalista valenciano; la bomba en la Imprenta Vila, donde se editaban las revistas Valencia Semanal, Cal dir, del Partido Comunista del PV y El poble valenciá, del PSPV; los atentados a la librería 3i4; la bomba en el local provincial del Partido Comunista, los atentados a las consejerías de Cultura y Transportes; todo ello, con el gobierno de UCD y sus representantes en Valencia mirando para otro lado (los gobernadores civiles sin investigar y los dirigentes del partido sin condenar). Los de UCD, que fueron sus antecesores políticos, señor Font de Mora. No lo olvide. (Y pintadas por toda Valencia contra valencianos nacionalistas o de izquierdas. En Euskadi, después del vil asesinato del periodista Lacalle, apareció una pintada. "Lacalle, jódete". Una pintada del mismo estilo en los muros del cementerio de Valencia, contra el profesor Sanchis Guarner, nos encontramos quienes le acompañábamos el día de su entierro).

Y luego nos viene el señor Zaplana diciendo que la manifestación del día 6 era un acto "sin sentido" y lanzando unos cuantos improperios contra quienes asistieron y quienes la organizaron. "El señor Zaplana piensa que cuando no se está de acuerdo con él, todo el mundo es descabellado". No lo digo yo. ¡Dios me libre! Lo ha dicho un correligionario suyo, Antonio Sánchez Carrillo, dirigente del PP de Murcia y consejero de la asamblea general de la CAM, en el diario murciano La Opinión del pasado día 7.

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