Cartas al director

El asesinato de ETA

Me resisto a poner la tele, la radio, a pinchar en el link de las primeras noticias a mano. No quiero más detalles. Aún no sé el nombre, no conozco el rostro de quien han matado, ni el partido al que pertenecía, ni el tamaño del dolor que acaba de crear su ausencia. "Se han cargado a uno en el Antiguo", una simple llamada desde Donosti basta para perturbar la tranquilidad del domingo.La tarde, desde ese momento, pertenece a una denuncia ya familiar que enseguida se cuela en la pantalla. No por repetida hemos de abstenernos de proclamarla. Salto al ordenador para decirle a ETA bien alto, desde ...

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Me resisto a poner la tele, la radio, a pinchar en el link de las primeras noticias a mano. No quiero más detalles. Aún no sé el nombre, no conozco el rostro de quien han matado, ni el partido al que pertenecía, ni el tamaño del dolor que acaba de crear su ausencia. "Se han cargado a uno en el Antiguo", una simple llamada desde Donosti basta para perturbar la tranquilidad del domingo.La tarde, desde ese momento, pertenece a una denuncia ya familiar que enseguida se cuela en la pantalla. No por repetida hemos de abstenernos de proclamarla. Salto al ordenador para decirle a ETA bien alto, desde estas chicas palabras, que calle ya para siempre, que se sumerja en la historia, pues este dolor es de otro tiempo, de otro mundo, oscuro, pasado.

Me pongo al teclado para decirles a todos los militantes y votantes de Euskal Herritarrok, tantos de ellos amigos, que, si aman una pizca a este pueblo, exijan inmediatamente a la banda armada su disolución; que, si les queda un gramo de valentía, luchen con la fuerza de su razón, no con la pobreza del terror que avalan; si les resta un ápice de coraje, que se rebelen ya, de una vez por todas, contra la cruel tiranía de la muerte que con ningún argumento alcanzarán jamás a justificar.

A los que dudan de seguir disculpando tanta sangre baldía les ha llegado la hora de plantar ya cara a su generalato y reclamar con firmeza el silencio de las armas, la vuelta a la tregua, al diálogo; el retorno a una mesa que jamás hubieron de haber abandonado. Si ETA tuviera el coraje de mirar directamente a los ojos de la esperanza que ha malherido y que la mayoría de los vascos acariciamos con candor durante 18 meses, se le caería la cara de vergüenza.

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La trampa que mentaban en su comunicado es sólo la que delante de ellos cavan. Pese a todos los obstáculos, que principalmente ellos colocan, este pueblo saldrá adelante. Al igual que en el pasado, ante situaciones aún más difíciles, superaremos este enorme desafío, pero no queremos dejar a nadie caído en ese hondo hoyo cavado a fuerza de desatino, inclemente empeño y falsa bravura.- . .

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