El talento de lo breve

En las últimas semanas se han estrenado varios cortometrajes andaluces -en la Filmoteca de Andalucía, en el cine Avenida de Sevilla, en Isla Cristina e, incluso, en un cine de la Gran Vía de Madrid-, se han rodado otros tantos y en un festival de cortometrajes, de cinco producciones andaluzas, cuatro se han llevado los principales premios. No es fruto de la casualidad o del azar, el año pasado cuatro cortometrajes andaluces figuraron en la lista de los más premiados y en la última ceremonia de los Premios Goya, había dos andaluces entre los cinco finalistas en la categoría de animación.Desde q...

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En las últimas semanas se han estrenado varios cortometrajes andaluces -en la Filmoteca de Andalucía, en el cine Avenida de Sevilla, en Isla Cristina e, incluso, en un cine de la Gran Vía de Madrid-, se han rodado otros tantos y en un festival de cortometrajes, de cinco producciones andaluzas, cuatro se han llevado los principales premios. No es fruto de la casualidad o del azar, el año pasado cuatro cortometrajes andaluces figuraron en la lista de los más premiados y en la última ceremonia de los Premios Goya, había dos andaluces entre los cinco finalistas en la categoría de animación.Desde que en los años cincuenta José Val del Omar realizara Aguaespejo granadino, el cortometraje andaluz ha destacado en el panorama nacional. Más tarde surgieron Claudio Guerin Hill y Gabriel Blanco, que murieron prematuramente. A mitad de la década de los años setenta surgió la productora Minos Films, una loable iniciativa que aglutinaba a diversos realizadores y profesionales andaluces. En tan sólo seis años produjeron 33 cortos, muchos de los cuales fueron premiados en festivales de cine internacionales. También alcanzaron un reconocido prestigio en los años ochenta dos directores que posteriormente dieron el salto al largometraje: Pilar Távora y Juan Sebastián Bollaín.

Aunque en estos últimos años el nivel de calidad que ofrecen las producciones andaluzas y el número de premios obtenidos es singularmente importante, tampoco podemos olvidar el éxito conseguido por algunos cortometrajes producidos en los últimos años de la década de los ochenta como Luquita, de Luis Manuel Carmona, o Ella, él y Benjamín y Anabel, de José Ángel Bohollo, entre otros.

En cualquier caso, quienes se dedican a este formato reconocen que se está viviendo el mejor momento para el cortometraje. "Hay más ganas de hacer cine, más sensibilidad en las instituciones públicas para apoyar el corto y mucha gente interesada en verlos", afirma Antonio Hens, director de Adiós Eva, te quiero, una producción galardonada en numerosos certámenes.

Su director reconoce que a la hora de plantearse la historia tuvieron muy presente darle un tratamiento "comercial". "Es una historia de laboratorio, una comedia de humor negro, con personajes tarantinianos, con elementos escatológicos, que funcionan muy bien en el público y en la que engañamos a los espectadores en varias ocasiones".

Otra producción andaluza es El cuerpo, del cordobés Francisco Javier Gutiérrez. Se ha podido ver recientemente en la Bienal Internacional de Arte de Turín, donde representaba a España, y dentro de unos días se exhibirá en Lima.

El dinero es lo que obligó a Esteban Magaz a esperar siete años para poder reunir los dos millones y medio de pesetas que necesitaba para rodar El Congreso. "Al principio no nos hacían mucho caso, pero cuando Beatriz Carvajal aceptó ser la protagonista, conseguimos subvención del Ayuntamiento de Isla Cristina y de la Diputación de Huelva". Eso sí, entre él y su productor, Manuel Bonilla, tuvieron que aportar 700.000 pesetas, en una pequeña parte amortizadas por los ingresos de taquilla que obtuvieron tras proyectarlo en unos multicines, donde el público podía verlo a cambio de 300 pesetas, una iniciativa absolutamente inusual en Andalucía.

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En Málaga tres cineastas decidieron aunar esfuerzos para afrontar su primer corto. Kike Kanalla, Gaby Beneroso y Alfredo López están enfrascados en estos momentos en el montaje de El río, corto que rodaron hace unos días y que pretenden estrenar en el Festival de cine español de Málaga.

A pesar de las dificultades para conseguir el dinero suficiente, Letra M ha conseguido en pocos años producir cuatro cortos en 35 milimetros, la mayoría con el apoyo del Ministerio de Cultura y Canal +. Los Díaz Felices, de Chiqui Carabante, obtuvo el Premio Fotogramas al mejor cortometraje y el Premio del Público en el Festival de Cine de Gijón de 1998. Recientemente estrenaron en el cine Avenida de Sevilla Los Almendros-Plaza Nueva, de Álvaro Alonso, y acaban de rodar el segundo corto de Carabante, Bailongas, que cuenta con un presupuesto de cinco millones. Otra productora que destaca en la producción de cortometrajes es Intermedia.

20 años de libertad

Cuando todos los cineastas se empeñan en rodar en 35 milimetros, el cordobés Miguel Ángel Entrenas lleva casi 20 años realizando cortos en super-8 y en vídeo Hi-8 milimetros. Incluso dispone de una página web donde hay bastante información sobre su obra. A lo largo de estas dos décadas su filmografía ha superado los 40 títulos y más de 80 premios, que le ha permitido comprar el equipo necesario y pagar los gastos. Antes, cuando rodaba en super-8 podía llegar a gastarse unas 250.000 pesetas, pero ahora con el vídeo el presupuesto es de cero pesetas. En estos años y con tantos premios, oportunidades para rodar en los denominados formatos profesionales no le han faltado, pero él prefiere el amateur. "Tengo muchísima libertad para rodar lo que quiero, cuándo y como quiero". En lugar de emplear entre cuatro y seis días para rodar un corto como es lo habitual, sus películas se hacen a lo largo de varios fines de semana -"sólo podemos en fines de semana porque cada uno tiene sus trabajos y sus ocupaciones"-, de modo que la producción de un título se puede demorar fácilmente nueve meses, el triple de lo que suele suceder, aunque antes llegaba a hacer más de uno en un año.

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