El lento resurgir de Timor Oriental

ENVIADO ESPECIALNueve meses después de que fuera arrasado por el Ejército y las milicias indonesias, Timor Oriental levanta lentamente los cimientos de un nuevo Estado con la ayuda de Naciones Unidas, cuya administración del territorio hasta su futura independencia (Unamet) cumple hoy seis meses. La actividad ha regresado a sus calles y a sus campos. Se ha restablecido la energía eléctrica, el suministro de agua y la enseñanza en muchas escuelas, pero aún faltan alimentos, empleo y la prometida ayuda internacional. Asimismo el primer ministro portugués, António Guterres, de visita oficial en l...

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ENVIADO ESPECIALNueve meses después de que fuera arrasado por el Ejército y las milicias indonesias, Timor Oriental levanta lentamente los cimientos de un nuevo Estado con la ayuda de Naciones Unidas, cuya administración del territorio hasta su futura independencia (Unamet) cumple hoy seis meses. La actividad ha regresado a sus calles y a sus campos. Se ha restablecido la energía eléctrica, el suministro de agua y la enseñanza en muchas escuelas, pero aún faltan alimentos, empleo y la prometida ayuda internacional. Asimismo el primer ministro portugués, António Guterres, de visita oficial en la antigua colonia lusa invadida por Indonesia en 1975, exigió ayer a las autoridades de Yakarta "el regreso inmediato" de los más de 100.000 refugiados que aún permanecen en el área occidental de la isla, adonde fueron deportados tras el referéndum que, el pasado 30 de agosto, abrió las puertas de la independencia.

El Premio Nobel de la Paz, el timorense José Ramos-Horta, reconoce que el "camino es lento pero irreversible". Los dirigentes independentistas no ocultan sus críticas a la ONU por el retraso de sus trabajos, la ausencia de timorenses en la administración o el nombramiento de funcionarios extranjeros incompetentes, pero reconocen que el proceso es difícil y un "auténtico laboratorio" para la ONU que, por primera vez, están organizando la puesta en marcha de un nuevo país: "Timor Lorosae" (Timor del Sol naciente).

El responsable de la administración transitoria de la ONU, el brasileño Sergio Vieira de Mello, advierte de que no se está reconstruyendo el territorio, sino que se está partiendo de cero. Se está levantando un nuevo Estado con graves problemas en el exterior y serias dificultades en el interior.

Naciones Unidas ya ha puesto en marcha un mínimo sistema judicial, la recaudación de impuestos, un registro comercial, el control de fronteras, la reconstrucción de algunas casas y el restablecimiento de la enseñanza básica, dado que la secundaria adolece de graves problemas por falta de profesores. Más de 1.000 timorenses trabajan para la ONU y centenares de funcionarios son pagados con cargo a sus presupuestos, pero aún falta la integración del personal local en los 13 distritos administrativos del territorio, en algunos casos por falta de cuadros cualificados, según la ONU.

En una situación crítica, la prometida ayuda internacional no acaba de llegar y las autoridades indonesias mantienen bajo control a más de 100.000 refugiados en el área occidental de la isla. La Conferencia de Donantes, convocada en Tokio, aprobó una ayuda a Timor de 523 millones de dólares (más de 90.000 millones de pesetas), pero la mayoría de esa ayuda aún está en las arcas de cada país. De los 147 millones que se iban a inyectar en el Banco Mundial para la reconstrucción de carreteras, infraestructuras, educación o los llamados microcréditos, sólo han aparecido hasta ahora 16 millones. La misión de la ONU aún espera recibir otros nueve millones y hay 195 millones de dólares para proyectos bilaterales que nadie sabe dónde están. Sólo Portugal está cumpliendo estrictamente sus promesas.

Durante su visita a la ex colonia lusa, Guterres ha reafirmado el apoyo incondicional a Timor y ha reclamado el regreso de los refugiados. El primer ministro portugués aseguró en público al líder independentista Xanana Gusmao que "Portugal no practica en Timor una política de intereses, sino de apoyo y solidaridad; el pueblo de Timor siempre podrá contar con nosotros". Además de la ayuda ya enviada a la ex colonia, Guterres explicó que "la prioridad futura del Gobierno de Lisboa será la educación". El Ejecutivo enviará a Timor 150 profesores de enseñanza secundaria para el próximo curso, facilitará los estudios universitarios de los timorenses en Portugal e impulsará la difusión de la cultura y la lengua portuguesas.

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Además, el jefe del Gobierno portugués, presidente de turno de la UE y responsable de la Internacional Socialista, exigió ayer a las autoridades indonesias el regreso de los más de 100.000 refugiados que áun permanecen en el área occidental de la isla. Tras el referéndum para la independencia, el Ejército y las milicias de Yakarta deportaron por la fuerza a más de 260.000 timorenses. De ellos, alrededor de 160.000 regresaron en estos nueve meses (50.000 por su propia iniciativa y medios, y cerca de 100.000 a través de la ONU u organizaciones humanitarias).

A pesar de la presión internacional, el Gobierno de Yakarta aún mantiene retenidos en diversos campos de su territorio a más de 100.000 refugiados timorenses. Naciones Unidas calcula que más de la mitad está dispuesta a regresar, mientras el resto podría quedarse en territorio indonesio. "Muchos de ellos", aseguran funcionarios de la ONU, "reciben subsidios del Gobierno de Yakarta como antiguos funcionarios o tienen miedo a represalias y al futuro, en algunos casos debido a las campañas de intoxicación y desinformación de sus autoridades".

Por otro lado, la ONU investiga más de 600 asesinatos perpetrados por el Ejército y las milicias indonesias, aunque diversas fuentes independientes calculan que los muertos por dichas masacres se contarán por millares. Las autoridades indonesias se han comprometido a juzgar a los culpables, aunque nadie cree que los tribunales de Yakarta puedan organizar juicios independientes contra los responsables. Precisamente el secretario general de la ONU, Kofi Annan, reconoce que la ONU esperará el resultado de esas investigaciones para plantearse la creación de un tribunal internacional.

El independentista Manuel Carrascalo, uno de cuyos hijos fue asesinado por las milicias antes del referéndum, explica que no le interesan los criminales indonesios, los altos mandos del Ejército: "Me interesa que sean juzgados los timorenses proindonesios que provocaron esas atrocidades. Los milicianos fueron mercenarios sin escrúpulos. Fueron los perros de guardia y la mayoría pasó por seminarios. Me interesa que sean juzgados los que provocaron esas matanzas incalificables, como Francisco Lopes da Cruz o Domingo Soares". Y añade: "Reconciliación, sí, pero después de hacer justicia".

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