Reportaje:NUEVAS IMÁGENES RECICLAJE

Pasión en miniatura

A Bartolomé Roca los aires de libertad le sorprendieron después de la Comunión, cuando pudo salir de su Orihuela natal y no sentirse raro por expresar sin palabras lo que le gustaba. Lo cierto es que la carencia de juguetes le agudizó el ingenio para construirlos él mismo y para recrear plásticamente lo único que le "entraba" culturalmente: los calendarios con imágenes de Salzillo que guardaba. Fue entonces cuando en Valencia aprendió sobre las experiencias vanguardistas, asimiló enseñanzas del surrealismo, del informalismo abstracto o del pop-art. Y también fue en Valencia donde aprendió a oc...

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A Bartolomé Roca los aires de libertad le sorprendieron después de la Comunión, cuando pudo salir de su Orihuela natal y no sentirse raro por expresar sin palabras lo que le gustaba. Lo cierto es que la carencia de juguetes le agudizó el ingenio para construirlos él mismo y para recrear plásticamente lo único que le "entraba" culturalmente: los calendarios con imágenes de Salzillo que guardaba. Fue entonces cuando en Valencia aprendió sobre las experiencias vanguardistas, asimiló enseñanzas del surrealismo, del informalismo abstracto o del pop-art. Y también fue en Valencia donde aprendió a ocultar su particular pasión por la estética de la Semana Santa católica. "En el ámbito académico descubres que te tienes que callar este tipo de arte y lo tengo callado, porque ni siquiera soy escultor", se justifica. Sólo hay un culpable de su doble máscara artística: Salzillo.

Ahora, a sus 52 primaveras, Roca ha condensado en algo más de 30 pasos a escala la pasión y muerte de Jesucristo en tronos como El beso de Judas, Pilatos o El Cristo de la sangre. A través de la técnica del modelado que mezcla terracota con poliéster configura sus pasos que define, por principio, de "incompletos". "Lo primero que hago es la escena, y es lo más divertido junto con vestir a las imágenes. Para que no se note que está encolado lo enmasillo y lo policromo en pan de oro. Es una obra inacabada de forma permanente. Es como un juego que voy perfeccionando constantemente", apunta.

En la infinita labor de montaje cualquier material insospechado es susceptible de ser un elemento más de un trono de pasión: las cerdas de una escoba, flecos del casco de un romano; zapatos desechados, correajes de caballos y vestimenta; botones y pendientes, repujado en plata y base de los pasos.

Las fases de vestimenta de las imágenes atienden a un proceso de collage permanente en el que Roca pega, cose, inserta o recorta bordados, terciopelos, flores, candelabros o musgo para ambientar la escena.

El arte de Roca se presta a confusión entre cofrades y hermandades, coleccionistas y puristas de la penitencia. Amén de las cifras millonarias ofrecidas por particulares (hasta cuatro millones de pesetas por trono), el artista murciano tiene una cosa clara: "Nunca venderé. Todo debe ir en el mismo lote y será en la capilla neoclásica que están restaurando en Almoradí (Alicante)".

Las ilusiones de Roca y su pasión exacerbada, expuesta hasta mayo en el Centro de Arte Museo de Almería, se verán colmadas en el plazo de un año cuando el artista lleve su obra a Sevilla. "Llegar allí será muy importante por cómo viven la Semana Santa".

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