Entrevista:Elecciones en RusiaVLADÍMIR ZHIRINOVSKI CANDIDATO A LA PRESIDENCIA DE RUSIA

"En Occidente me ven como a un triple Haider"

Genio y figura. El ultranacionalista Vladímir Zhirinovski, de 53 años, líder del Partido Liberal Democrático y candidato a la presidencia de Rusia, no se muerde la lengua a la hora de defender su radical receta para regenerar a Rusia. Desde fusilar a los criminales y corruptos que no se enmienden tras una amnistía, hasta utilizar el arma nuclear si la OTAN, China, los talibán y los extremistas islámicos amenazan simultáneamente a Rusia. Incluso lanzaría "la bomba" en Chechenia de no ser porque hay civiles.Zhirinovski, cuyo partido obtuvo más del 6% de los votos en las legislativas de diciembre...

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Genio y figura. El ultranacionalista Vladímir Zhirinovski, de 53 años, líder del Partido Liberal Democrático y candidato a la presidencia de Rusia, no se muerde la lengua a la hora de defender su radical receta para regenerar a Rusia. Desde fusilar a los criminales y corruptos que no se enmienden tras una amnistía, hasta utilizar el arma nuclear si la OTAN, China, los talibán y los extremistas islámicos amenazan simultáneamente a Rusia. Incluso lanzaría "la bomba" en Chechenia de no ser porque hay civiles.Zhirinovski, cuyo partido obtuvo más del 6% de los votos en las legislativas de diciembre, ha ganado una batalla legal a la Comisión Electoral Central, que le negó inicialmente su inscripción como candidato por no declarar un pequeño apartamento a nombre de su hijo. Sus posibilidades de llegar al Kremlin son nulas, y menos frente a un Vladímir Putin cuya victoria parece inevitable. El propio líder ultranacionalista reconoce que su posición en los temas clave es cercana a la del actual presidente interino, aunque niega que esté vendido al poder y justifica su apoyo al Gobierno en momentos críticos por la necesidad de frenar a los comunistas.

Una aclaración: cuando Zhirinovski habla de los "demócratas" se refiere a los jóvenes reformistas que implantaron la "terapia de choque" tras la desintegración de la URSS, en la primera etapa del traumático tránsito del capitalismo al comunismo. El término se utiliza con frecuencia de forma peyorativa por comunistas y nacionalistas.

Pregunta. ¿Qué habrá el 26 de marzo, unas elecciones presidenciales o un plebiscito sobre Putin?

Respuesta. Será como en 1996. Entonces estaba claro que ganaría Yeltsin, igual que ahora es muy probable que gane Putin. Rusia sigue siendo un Estado autocrático. Con el zarismo, el poder se entregaba a un miembro de la familia de sangre, y ahora se le da a uno de la familia política.

P. ¿Qué pasaría si ganase el liberal Yavlinski o el comunista Ziugánov?

R. Con Yavlinski sería el fin de Rusia. Demasiado orientado al Oeste. Con Ziugánov habría vuelta hacia atrás, pero peor, porque no podría contar, como Bréznev, con un Ejército fuerte y un pueblo unido. Lo mejor desde el punto de vista filosófico, sociológico y occidental sería Putin. Para los rusos, por supuesto, yo sería la mejor opción, pero en Occidente me ven como un triple Haider.

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P. ¿Comparte la ideología de Haider?

R. No. Él alaba a Hitler, yono.

P. En los momentos clave, usted siempre apoyó al Gobierno. Incluso se le acusó de vender sus votos en la Duma.

R. Jamás nos pagó nadie. Apoyamos al Gobierno porque nos oponíamos a las fuerzas destructoras. No votamos el impeachment porque eso suponía ayudar a los comunistas. Además, la Duma habría sido disuelta. Nosotros salvamos la democracia.

P. ¿Qué habría hecho usted durante la crisis de Kosovo de haber estado en el Kremlin?

R. Habría defendido a Yugoslavia. Hacía falta una línea más dura. Habría lanzado un ultimátum a la OTAN: si bombardeaba Yugoslavia, nosotros atacaríamos sus bases aéreas.

P. ¿Está Rusia en condiciones de lanzar un desafío como ése?

R. La OTAN se habría asustado, y no habría hecho falta utilizar la fuerza. Pero, por supuesto, cuando se lanza un ultimátum hay que estar dispuesto a cumplirlo.

P. ¿Qué opina de Putin?

R. Va demasiado despacio. Fue comunista y ahora es demócrata. Yo actuaría de forma más drástica en el Cáucaso. Ya llevamos más de seis meses allí, y aún no se ha terminado el trabajo. Yo habría reconstruido y fortalecido ya los servicios de seguridad. Él lo hace con más lentitud, y por eso su eficacia es menor.

P. Si fuese presidente, ¿cómo sería Rusia?

R. Mas potente, más independiente. No permitiría que la OTAN avanzase hacia el Este. Crearía un bloque militar y político con Ucrania, Bielorrusia, Kazajistán, Armenia e Irán. Lograría que se condonase toda la deuda externa de la Unión Soviética. Facilitaría la gobernación del país dejando sólo de 10 a 15 regiones, en lugar de 89 como ahora. Vendería a Irán las armas por valor de 9.000 millones de dólares que nos pide. Aumentaría los ingresos estatales con monopolios sobre el alcohol, el tabaco y el azúcar. Y proclamaría una amnistía económica y criminal absoluta. Hace falta dar pasos revolucionarios, pero sin revolución.

P. ¿Y después de la amnistía?

R. Fusilamientos. Aplicaría medidas duras pero eficaces, con democracia y libertad para todos los ciudadanos, incluida la libertad de prensa, que ahora no existe. Sólo Putin puede hacer esto también, pero no con la misma rapidez que yo, que no fui del equipo de Yeltsin y los demócratas.

P. ¿Qué piensa de lo que se publica sobre la guerra de Chechenia en el extranjero?

R. Que si estuviese en el puesto de Putin, introduciría la censura militar. Las noticias sólo llegarían a los medios de comunicación a través del centro de información del Ejército.

P. ¿Cómo se conjuga eso con la libertad de prensa que dice defender?

R. La censura está justificada en el caso de un conflicto bélico. Los periodistas no deben ir al campo de batalla, ni corretear por las trincheras, porque si luego les matan, se dirá que los militares tienen la culpa. Es por su seguridad. Tampoco lo permitieron los norteamericanos durante su Tormenta del Desierto.

P. Pero luego se publican informaciones sobre ejecuciones de civiles o torturas en los campos de concentración y nadie cree en los desmentidos del Ejército.

R. Todo tiene sus límites. Yo no estoy obligado a mostrarle mi dormitorio, donde puede haber cosas personales: mi bata, mi perrito... Cuando periodistas del Moskovski Komsomolets entran por la noche en mi despacho, engañando a mi guardia, y escudriñan hasta en mi retrete, eso ya no es libertad de prensa. Y el Ejército también tiene derecho a sus cosas interiores: campo de batalla, detención de sospechosos...

P. ¿Cuándo estaría justificado utilizar el arma atómica?

R. Cuando haya una grave amenaza al Estado, en forma, por ejemplo, de cohetes apuntando a Moscú, listos para ser lanzados. Tenemos derecho a ser los primeros en usar la bomba para que no ocurra lo que en 1941 .

P. ¿Podría estar justificado el uso de bombas nucleares en Chechenia?

R. El número de bombas convencionales arrojadas sobre Grozni en seis meses equivale al de dos cargas atómicas tácticas. Si no hubiese allí población civil, el lanzamiento de una bomba nuclear podría ser aconsejable y ocasionaría menos víctimas que las convencionales. La doctrina militar de EE UU permite su uso preventivo, y eso debe figurar también en la nuestra. ¿Pará qué tener un agujero atómico en el lugar en donde hoy se encuentra Moscú? Mejor que, si tiene que haber un agujero, esté en Nueva York o Washington.

P. ¿Ponga un ejemplo de cuándo estaría justificado que Rusia recurriese a su arsenal atómico?

R. Si la OTAN sigue avanzando hacia el Este y entra en los países bálticos y Ucrania. Si Turquía, Azerbaiyán, Georgia y los extremistas islámicos invaden el Cáucaso norte. Si los talibán ocupan Asia central. Si China ataca el extremo oriente ruso. Entonces tendríamos que recurrir al arma nuclear, porque el Estado no podría combatir en cuatro frentes de forma simultánea, y sería exterminado.

P. ¿Cree que Occidente pretende humillar a Rusia?

R. Su objetivo principal es debilitarla, no tanto moral, sino físicamente, hasta reducirla al nivel de Polonia o Rumania. No podemos permitírselo. Ya lo quiso hacer Hitler hace 50 años, y ahora lo hace la OTAN bajo la bandera de la democracia.

P. ¿Considera que la guerra de Chechenia es consecuencia directa de la lucha por el petróleo del Caspio y por apartar a Rusia de ese "gran juego"?

R. Por supuesto. Ésa es la causa principal, pero no la única. Occidente quiere también enfrentar a Rusia con el mundo islámico. Si no se tratara del petróleo, se habría empezado por Asia central.

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