Tribuna:

Mujeres en política

La incorporación de la mujer a la política está marcando estos años. No es nada anormal si nos fijamos en otras actividades sociales como la economía, la universidad e investigación científica o la medicina. Cada vez más la mujer está accediendo no sólo al mercado de trabajo sino a funciones directivas o predominantes en cada sector. Aunque todavía quede mucho por hacer y por arrebatar al secular dominio masculino en las tareas de dirección social, es indudable que asistimos ya a un hito desconocido en la historia. Hillary Clinton, de ser la mujer del presidente de los Estados Unidos podría pa...

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La incorporación de la mujer a la política está marcando estos años. No es nada anormal si nos fijamos en otras actividades sociales como la economía, la universidad e investigación científica o la medicina. Cada vez más la mujer está accediendo no sólo al mercado de trabajo sino a funciones directivas o predominantes en cada sector. Aunque todavía quede mucho por hacer y por arrebatar al secular dominio masculino en las tareas de dirección social, es indudable que asistimos ya a un hito desconocido en la historia. Hillary Clinton, de ser la mujer del presidente de los Estados Unidos podría pasar a convertirse en senadora por el Estado de Nueva York. El partido cristiano demócrata alemán está dirigido por una mujer; igual que la derecha gaullista de Francia. Por no hablar de los países nórdicos, donde la presencia de la mujer en tareas de gobierno es muy elevada.En España estamos iniciando este cambio de cultura. Los partidos de derecha o de izquierda han desarrollado una verdadera competencia, creo que muy saludable, por incorporar a sus cargos de gobierno a personas del sexo femenino. Conocemos ministras, consejeras, alcaldesas... igual que vemos juezas, profesoras o conductoras de autobús. Es ni más ni menos que la normalización de la vida democrática en una sociedad donde el sexo femenino ya es mayoría estadística.

En esta campaña Andalucía está dejando ver gestos y actitudes que favorecen esa normalidad social. El PP ha apostado por una candidata a la presidencia de la Junta; el PSOE juega fuerte con la presencia de sus consejeras y el candidato Chaves anuncia su voluntad de disponer de un gobierno andaluz formado al 50% por ambos sexos. IU siempre ha ofrecido listas con cuotas de representación femenina. Guste o no guste esta fórmula es indudable que sirve para forzar resistencias varoniles. El PA, sin embargo, salvo alguna excepción en el Ayuntamiento de Sevilla, aparece como una fuerza política dominada por los hombres.

Por eso, porque la irrupción del talante femenino es señal de los nuevos tiempos, uno espera otros comportamientos y otra manera de actuar en política por parte de las mujeres. Intervenciones como las que han tenido recientemente las candidatas socialistas Magdalena Álvarez y Carmen Calvo contra la popular Teófila Martínez no ayudan a prestigiar el estilo y el lenguaje de esa actividad pública. Frecuentemente el varón ha convertido el lenguaje político en una sarta de insultos. Deseábamos que la entrada de la mujer en ese mundo serviría también para hacerlo más humano, más afable y más cordial. Iluso que es uno.

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