Tribuna:Elecciones 2000

Camarada punto com JUAN JOSÉ MILLÁS

Puedo morir, puedo morir, he visto a Teófila Martínez, también conocida como la camarada punto com, pidiendo la revolución a gritos, en plan mayo del 68, ante un auditorio de señoras perplejas a las que Javier Arenas había calentado la cabeza previamente con la idea de que eran (ellas y él) el feminismo personificado. Pero queremos más, queremos más, gritaba el camarada Arenas convertido de súbito en un rojo furioso. Si uno acabara de llegar de Marte, habría deducido que aquel grupo de señoras de peluquería había traído a este país la democracia y el divorcio y el aborto y la compresa con alas...

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Puedo morir, puedo morir, he visto a Teófila Martínez, también conocida como la camarada punto com, pidiendo la revolución a gritos, en plan mayo del 68, ante un auditorio de señoras perplejas a las que Javier Arenas había calentado la cabeza previamente con la idea de que eran (ellas y él) el feminismo personificado. Pero queremos más, queremos más, gritaba el camarada Arenas convertido de súbito en un rojo furioso. Si uno acabara de llegar de Marte, habría deducido que aquel grupo de señoras de peluquería había traído a este país la democracia y el divorcio y el aborto y la compresa con alas. Pero no, no, eran las típicas señoras de mesa petitoria cuyo modelo masculino es el hombre hombre, o sea, Fraga, o el camarada Fraga habría que decir para que no le hagan a uno la autocrítica, qué tiempos, puedo morir, Dios mío.Así que mientras Ana Botella predica el "feminismo de no confrontación" y recolecta el voto tupperware a la hora del café, una insensata punto com llama a las mujeres a las armas. Era un cuadro increíble, en el que sólo faltaba Paco Ibáñez cantando Andaluces de Jaén aceituneros altivos, decidme en el alma de quién, de quién son esos olivos. Por cierto, creo que eran de Solís, otro hombre hombre de la estirpe de Fraga, del camarada Fraga. El juego asociativo de la memoria le llevaba a uno al origen de los tiempos. Por eso el espectáculo de la camarada Teófila punto com era tan turbador. Pude comprobar además que se desplaza cual roquera dentro de un autobús psicodélico en cuyo interior espero que no se fume marihuana ni nada parecido. El que no la corre de joven la corre de viejo.

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Excitado no obstante yo mismo por aquel espectáculo situacionista, me senté al ordenador decidido a penetrar en la página web de Teófila punto com, cuando en pantalla apareció el siguiente aviso: "Esta página contiene contenido activo del que no se puede verificar su seguridad. Para proteger su PC no se mostrará este contenido. Seleccione Ayuda para ver cómo puede cambiar la configuración de seguridad para ver contenido potencialmente peligroso".

Telefoneé asustado a mi informático de guardia y se echó a reír cuando le conté el problema:

-Eso te pasa -dijo- por buscar cochinadas.

Le expliqué que no se trataba de una cochinada, sino de la página web de Teófila Martínez, la candidata del PP en Andalucía, pero no me creyó. Después de todo, el 45% de la gente que entra en Internet no busca más que sexo, lo dicen las encuestas, el mismo porcentaje, curiosamente, que según el barómetro de CIS confía en Aznar. Yo pertenezco, lo crean o no, al 55% que entra en la red buscando amor. No me atreví, pues, a seleccionar Ayuda. Igual consigo entrar y es una de esas páginas en las que te enseñan a cultivar cannabis en el retrete, pero yo hace años que estoy en otra. No fumo ni Marlboro, así que no me atreví a forzar las cosas para ver a la camarada Teófila en su salsa. Si otro día, con unas copas, me decido, serán ustedes los primeros en conocer el contenido de la dichosa página.

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En cualquier caso, una cosa es verdad. El peso de esta campaña, en el PP al menos, lo están llevando las mujeres. Tres botones de muestra: Eulalia Miró, la emperadora de las mesas petitorias, por un lado; Ana Botella, experta en mítines tupperware, por otro; y Teófila Martínez, la camarada punto com, en Internet. Cada una es la mejor en su especialidad. Mañana más, si no me han hecho la autocrítica.

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