Cartas al director

ETA ha repetido.

La gente ha vuelto a salir a la calle. Los medios de comunicación se han vuelto a volcar sobre la noticia. Los políticos han suspendido su actividad de campaña electoral. Y yo me pregunto si toda esta atención que ETA recibe no es un triunfo para ellos. Porque no nos engañemos: manifestarse en la calle es un mensaje para los políticos y no para ETA. ETA no va a dejar de matar aunque oiga un billón de veces "¡Basta ya!". Entonces, ¿de qué sirve volver a las calles? En mi opinión, sirve para volver a demostrar que no hay acto social, deportivo o cultural que tenga tanto poder de convocatoria com...

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La gente ha vuelto a salir a la calle. Los medios de comunicación se han vuelto a volcar sobre la noticia. Los políticos han suspendido su actividad de campaña electoral. Y yo me pregunto si toda esta atención que ETA recibe no es un triunfo para ellos. Porque no nos engañemos: manifestarse en la calle es un mensaje para los políticos y no para ETA. ETA no va a dejar de matar aunque oiga un billón de veces "¡Basta ya!". Entonces, ¿de qué sirve volver a las calles? En mi opinión, sirve para volver a demostrar que no hay acto social, deportivo o cultural que tenga tanto poder de convocatoria como los de ETA. Ellos convocan y nosotros acudimos.Se ha anunciado que los canales públicos no dejarán que Euskal Herritarrok se exprese en los espacios cedidos para la campaña electoral. Pero, ¿acaso lo necesitan? No hay ningún partido político que pueda conseguir tanto protagonismo ni tanta atención: portadas, páginas, reportajes (el martes fue prácticamente la única noticia en todos los telediarios, como si en el planeta Tierra no hubiera ocurrido nada más). Al igual que todos los vivos no somos iguales, todos los muertos, tampoco. Y cada vez que se homenajea -merecidamente- a los asesinados por este grupo terrorista, inevitablemente se homenajea a los asesinos.

Supongamos que ETA nos está retando a una partida de ajedrez. Ellos juegan negras, y nosotros, blancas. Las fichas son siempre las mismas y, sin embargo, un movimiento u otro puede cambiar radicalmente el curso de la partida. Me gustaría que esta carta sirviera para que peones, alfiles, caballos y torres nos plantee-

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mos de nuevo la partida. Quizás los peones deberían no salir a la calle más. Y los alfiles-políticos, revisar sus actitudes. Y los caballos-curas, tomar un papel más activo. Y las torres-medios de comunicación, tratar al País Vasco como lo que es -una célula de la Península que habitamos y un microorganismo del planeta-, y a los asesinatos de ETA, como sucesos y nada más. Que ETA no nos use para sentirse importante, porque su importancia es, como todo en esta vida, relativa.

Son muchos los que pueden aportar ideas que brinden caminos nuevos para enfocar este problema (psicólogos, estrategas militares, curas, gente de la calle...). Sólo con un cambio inteligente de estrategia se les podrá dar jaque mate.- . .

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