Un hombre mete la mano en un teléfono público y queda atrapado tres horas

Omar A., de 28 años, nunca pensó que iba a estar tanto tiempo pegado al teléfono. A las 22.40 del pasado viernes metió la mano en un teléfono público de la calle de Bravo Murillo, junto a la glorieta de Cuatro Caminos, y no la pudo sacar hasta tres horas más tarde. Los bomberos del Ayuntamiento de Madrid desconocen si fue el propio atrapado quien les avisó de su angustiosa situación. La víctima aseguró que sufrió tal percance al tratar de sacar unas monedas que le había tragado el teléfono.Omar tenía la mano derecha metida con la palma hacia arriba en la ranura donde se recoge el cambio sobra...

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Omar A., de 28 años, nunca pensó que iba a estar tanto tiempo pegado al teléfono. A las 22.40 del pasado viernes metió la mano en un teléfono público de la calle de Bravo Murillo, junto a la glorieta de Cuatro Caminos, y no la pudo sacar hasta tres horas más tarde. Los bomberos del Ayuntamiento de Madrid desconocen si fue el propio atrapado quien les avisó de su angustiosa situación. La víctima aseguró que sufrió tal percance al tratar de sacar unas monedas que le había tragado el teléfono.Omar tenía la mano derecha metida con la palma hacia arriba en la ranura donde se recoge el cambio sobrante tras hacer una llamada. Al requerirle explicaciones, la víctima declaró a los bomberos y a la Policía Municipal que trataba de recoger las monedas tras efectuar una llamada.

Tiró y tiró. Giró la mano cuanto pudo a cada lado para ver si salía. Hizo cuanto pudo para librarse de la cabina carnívora. Pero no lo logró. Los camareros de una cafetería próxima se apiadaron de él y le prestaron un taburete para que no estuviera tanto tiempo de pie.

Los bomberos tuvieron que emplearse a fondo para liberar a Omar del cepo. "Intentamos cortar el cajón -donde cae el dine-ro- con una sierra radial. Lo intentamos abrir con unos destornilladores. Pero nada. El cajón está blindado y no hubo manera", explicó ayer un bombero.

Entonces los bomberos avisaron a Telefónica y un operario de guardia se personó en la cabina para liberar al hombre del cepo. Abrió el cajón con una llave y una clave numérica. Omar, al fin, recobró la libertad de movimientos.

El operario de la compañía encontró dentro del cajón blindado una pequeña esponja que algunos desaprensivos suelen emplear para trucar el mecanismo.

La policía no detuvo a Omar y le dejó marchar a casa para recuperarse del percance.

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