Encierro de familiares de Antoni Llidó en la catedral
Un grupo de seis personas, entre ellas Pepa Llidó -hermana del sacerdote valenciano Antoni Llidó, desaparecido durante la dictadura chilena-, o Susana Burgos -esposa de un ciudadano chileno desaparecido bajo el régimen de Augusto Pinochet-, acompañada de su hija, comenzaron ayer un encierro en la catedral de Valencia que se prolongará hasta las 20 horas de hoy en memoria de las víctimas de las dictaduras militares chilena y argentina y a favor de la extradición del general Pinochet a España.Los tajantes e inflexibles "no os podeis quedar" o "tengo la obligación de que aquí no se quede nadie" ...
Un grupo de seis personas, entre ellas Pepa Llidó -hermana del sacerdote valenciano Antoni Llidó, desaparecido durante la dictadura chilena-, o Susana Burgos -esposa de un ciudadano chileno desaparecido bajo el régimen de Augusto Pinochet-, acompañada de su hija, comenzaron ayer un encierro en la catedral de Valencia que se prolongará hasta las 20 horas de hoy en memoria de las víctimas de las dictaduras militares chilena y argentina y a favor de la extradición del general Pinochet a España.Los tajantes e inflexibles "no os podeis quedar" o "tengo la obligación de que aquí no se quede nadie" y las invitaciones elevadas de tono a dejar el templo antes de "tener que tomar actitudes violentas" pronunciadas por el deán de la catedral, Ramón Arnau, toparon constantemente con la determinación de las personas concentradas que insistían en permanecer la noche de vigilia "para evitar que se deje en libertad a un genocida". Tras una media hora de tensión en la que la policía llegó a entrar en la catedral, las autoridades religiosas cedieron y permitieron a seis personas pasar la noche en la sacristía. La Plataforma Valenciana Contra la Impunidad en Chile y Argentina concentró minutos antes a más de 300 personas ante las Cortes y solicitó "en nombre de los desaparecidos, los asesinados, los exiliados y todas las víctimas" de la dictadura militar chilena, la continuidad del juicio a Pinochet "convencidos de que la plena vigencia de los derechos humanos es el único camino que garantiza la plena vigencia de nuestra dignidad como seres humanos".