Editorial:

El lastre Kohl

La dirección de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) alemana no pudo ayer disimular la indignación que le produce la actitud de Helmut Kohl de obstinarse en no dar más datos sobre la financiación ilegal que él mismo reconoció el pasado 16 de diciembre. El que hasta hace semanas era líder histórico e indiscutido del partido se ha convertido en un lastre que muchos dirigentes consideran insoportable y que amenaza a la propia subsistencia de la CDU como uno de los dos grandes partidos del sistema parlamentario alemán.El distanciamiento de la CDU de su líder histórico se puso de nuevo de manifiesto ...

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La dirección de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) alemana no pudo ayer disimular la indignación que le produce la actitud de Helmut Kohl de obstinarse en no dar más datos sobre la financiación ilegal que él mismo reconoció el pasado 16 de diciembre. El que hasta hace semanas era líder histórico e indiscutido del partido se ha convertido en un lastre que muchos dirigentes consideran insoportable y que amenaza a la propia subsistencia de la CDU como uno de los dos grandes partidos del sistema parlamentario alemán.El distanciamiento de la CDU de su líder histórico se puso de nuevo de manifiesto en las jornadas anuales de reflexión del partido, celebradas en Norderstedt, en Schleswig-Holstein. Volker Rühe, candidato a las próximas elecciones en este landa, que de seguro vencedor ha pasado a temer un desastre electoral por culpa del escándalo de la financiación, afirmó con rotundidad que "la era Kohl ha acabado hace tiempo".

Desde ayer está claro que la actual dirección de la CDU quiere alejarse lo más rápidamente posible de su antiguo jefe y a ser posible cargar sobre él toda la responsabilidad del escándalo. Pero esto sólo sería posible si Kohl se inmolara como único culpable y el ex canciller no parece tener tal intención. Su sucesor Schäuble y el propio Rühe, como secretario de organización, estaban en el más estrecho círculo de dirección del partido entre 1993 y 1998, años en los que, según el propio Kohl, se produjeron tales donaciones de dinero en efectivo desde cuentas en Liechtenstein y Suiza.

Los socialdemócratas de Gerhard Schröder han lanzado ataques contra Kohl ante el obstinado silencio de éste. Pero tampoco quieren forzar en exceso una cuestión por la que la CDU se daña por sí sola. Una escalada podría provocar una situación peligrosa si la indignación de gran parte de la opinión publica por estas prácticas se convierte en actitud de rechazo a los partidos políticos tradicionales en general. Existen en Alemania partidos marginales extremistas que quisieran salir de esta marginalidad a caballo de esta crisis.

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