"Los demócratas no podemos quedarnos a esperar a que ETA consiga por fin matar"

Nicolás Redondo Terreros (41 años), secretario general de los socialistas vascos, considera que lo peor de la grave situación política que se vive en Euskadi no es que ETA haya roto la tregua, sino la incapacidad de los partidos democráticos para preparar una respuesta conjunta ante los designios de la organización terrorista. "No podemos quedarnos de brazos cruzados a esperar a que ETA consiga matar al tercer intento", dice.Pregunta. ¿Qué propone hacer usted?

Respuesta. En contactos mantenidos con otros partidos, y concretamente con el PNV, hemos propuesto abordar una reflexión compart...

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Nicolás Redondo Terreros (41 años), secretario general de los socialistas vascos, considera que lo peor de la grave situación política que se vive en Euskadi no es que ETA haya roto la tregua, sino la incapacidad de los partidos democráticos para preparar una respuesta conjunta ante los designios de la organización terrorista. "No podemos quedarnos de brazos cruzados a esperar a que ETA consiga matar al tercer intento", dice.Pregunta. ¿Qué propone hacer usted?

Respuesta. En contactos mantenidos con otros partidos, y concretamente con el PNV, hemos propuesto abordar una reflexión compartida sobre unos puntos mínimos, aunque sólo sea el deseo de paz. Pero no podemos permanecer de rodillas, de forma fatalista, a la espera de que ETA consiga al fin llevar a cabo su decisión de atentar. Afortunadamente, ha fallado dos veces consecutivas, pero tenemos que estar preparados. Tenemos que hacerle entender a ETA que si actúa tiene mucho que perder. Va a perder mucho más que si no actúa. Y eso deberían decírselo en primer lugar los partidos nacionalistas.

P. El PNV, EA e IU pueden aducir que para eso han convocado la manifestación del día 15.

R. Me parece una iniciativa del todo insuficiente y errónea. Da la impresión de que el PNV, poniéndose la venda antes que la herida, ha querido en cierta medida distanciarse de lo que pueda hacer Herri Batasuna si ETA mata, dando por hecho que HB no va a desmarcarse de la organización. Da la impresión de que trata de salvar lo que pueda del proceso de Lizarra y de mantener a toda costa la colaboración nacionalista con HB, sin darse cuenta de que parte del mismo error.

P. ¿En qué consiste esa equivocación

R. En juntarse con dos partidos residuales, como son Eusko Alkartasuna e Izquierda Unida, y dejar de lado a los socialistas y al Partido Popular. ¿Por qué el PNV no ha llamado al PSE y al PP para intentar que nos pongamos de acuerdo aunque sea en algo tan mínimo como la paz y la libertad? Ya sé que es muy poco, por desgracia, pero sería suficiente cuando no tenemos más. Luego, unos pueden seguir siendo soberanistas, otros independentistas, otros más centralistas que el más jacobino de mi partido, y otros autonomistas.

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P. ¿Algo de eso se vislumbró en las concentraciones convocadas por el lehendakari el 3 de diciembre contra la ruptura de la tregua?.

R. Ese fue un día agridulce, y tal vez lo más negativo fue su propia tibieza. Pero no me quiero quedar con esa sensación. Al final estábamos todos, y HB, lo vistiera como lo vistiera, vino a la calle con los partidos democráticos.

P. ¿Asume la crítica de que los políticos, en los 14 meses de la tregua, han hecho poco más que intercambiarse descalificaciones a través de los medios de comunicación?

R. Es evidente que no hemos consolidado la paz, y alguna resposabilidad tendremos todos. Pero los socialistas hemos hablado con todo el mundo y al PNV le ofrecimos un pacto tras cada elección. Nosotros estamos dispuestos a implicarnos en el proceso de paz hasta las cejas, pero no a ser el tonto útil de nadie. No habremos hecho todo bien, nos habremos equivocado y algunos pensarán que nos ha faltado coraje, pero nuestra responsabilidad no es la misma que la de quienes no han querido ni hablar entre ellos. Todos tenemos resposabilidad, pero no todos tenemos la misma.

P. Sin embargo, el PNV y ustedes parecen decididos a recomponer sus relaciones.

R. Las relaciones no han estado rotas, en lo que se refiere al PSE-EE. Yo me he visto este año cuatro o cinco veces con Arzalluz, pero falta un cauce de diálogo PNV-PSOE, y de ahí la reciente entrevista con Almunia. Lo que no entiendo es por qué al PP le preocupa. Esto es inocuo electoralmente.

P. ¿Y por qué parece que el PSOE y el PP se arrojan a la cara las cesiones a los nacionalistas cuando es el otro el que pacta con ellos? Ambos han pactado y seguramente lo volverán a hacer.

R. Creo que ambos partidos deberíamos normalizar nuestras relaciones con los nacionalistas. Pero un pacto, en el que el PP se pone de acuerdo con el PNV, que no es numéricamente imprescindible para la gobernabilidad, en todo menos en materia antiterrorista y política penitenciaria, es difícil de explicar. En nuestra época hubo materias en las que no fue posible el acuerdo, pero en la más grave, el terrorismo, sí lo hubo. Quizá lo que pasa es que el PP no sepa que el problema del País Vasco no se soluciona sin un compromiso con los nacionalistas.

P. ¿Encuentra algún elemento positivo en la acción del nacionalismo vasco en el último año y medio?

R. Estoy convencido de que, existiendo antes la reacción social contra ETA o factores como la detención de la Mesa Nacional o el cierre de Egin, uno de los elementos que favorecieron la tregua de ETA pudo ser el Pacto de Lizarra. No dudo de que los nacionalistas tenían el objetivo de la paz y de que el acuerdo pudo ser hecho por el PNV en clave de buena voluntad y no de división, pero el hecho es que contenía, vuelvo a decirlo, un error terrible: dejaba a la mitad de la sociedad vasca fuera del proceso.

P. ¿Qué la parece la propuesta de reconocimiento de la soberanía vasca hecha por el PNV?

R. Es su posición. Han intentado racionalizar sus objetivos finales y ese esfuerzo es bueno en política. Pero nosotros estamos en otra distinta. Que podamos hablar sobre ello dependerá mucho de los respaldos electorales y de que definan si es una propuesta de máximos, y entonces habrá posibilidades de hablar, o si son sus puntos mínimos, y entonces no veo ninguna.

P. Los nacionalistas con sus propuestas emplazan también a los demás a presentar las suyas. ¿Lo harán ustedes?

R. Es evidente que después de la tregua, que abrió otro panorama, algunas de nuestras posiciones han podido quedar desfasadas. Por ejemplo, hablábamos de aislamiento político de HB, y hoy HB está en las instituciones. Se impone una reflexión y tenemos que encontrar el momento oportuno para realizarla y actualizar esas posiciones.

P. ¿Se refiere a su posición ante la autonomía? ¿Cabe alguna posibilidad de que los socialistas vascos sigan la estela de las posiciones de reforma del Estatuto catalán y la propia Constitución que plantea Maragall?

R. El PSE no se plantea la modificación de la Constitución ni del Estatuto, pero en cambio creemos que algunas de las propuestas de los nacionalistas tienen cobijo en el marco que tenemos. Por ejemplo, una visión razonable de las relaciones del País Vasco con Navarra, que no sea la del todo de unos o el nada de otros. No hay ningún problema jurídico que impida una relación intensa con la comunidad foral, respetando la voluntad de los navarros. ¿Es que hemos llegado al final de las potencialidades del Estatuto?

P. Sus compañeros catalanes dicen que no, pero plantean su reforma, o cosas que en Euskadi piden los nacionalistas, como la presencia de las autonomías en los órganos de la UE.

R. La situación es muy distinta. Allí está Pujol y aquí Egibar, allí no hay terrorismo y la lealtad constitucional de Maragall está fuera de toda duda. El PNV no tiene eso. En todo caso, no quiero entrar en el debate de los compañeros catalanes. Me alegro de que no tengan que hacer política en un ambiente como el que nosotros tenemos. También creo que esas cuestiones deberían ser propuestas por el partido a nivel nacional, no por una parte del mismo.

P. Sin embargo, últimamente ha pedido más autonomía respecto al PSOE.

R. Sí, tenemos que hablar de eso con tranquilidad después de las elecciones. Tenemos retos por delante y deberíamos colocarnos en la posición de mayor solvencia y credibilidad ante las otras partes, y no me refiero al PNV, sino a la gente de izquierdas nacionalista que puede evolucionar, como lo han hecho otras izquierdas nacionalistas. Tal vez la posición que tenemos ahora ante esos retos no sea la mejor, y tenemos que ver con el PSOE cómo se debe dar, mirando al futuro y con las garantías que dan los líderes actuales.

P. Le molestó a usted que Joaquín Almunia, secretario general del PSOE, aludiera a las repercusiones sobre la gobernabilidad vasca de un triunfo socialista en las elecciones generales.

R. Francamentre, me sorprendió, pero he recibido todas las explicaciones que necesitaba.

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