BARÓMETRO DE INVIERNO

La ruptura de la tregua es interpretada como muestra de la debilidad de ETA

La ruptura por parte de ETA de su tregua de 14 meses -desde septiembre de 1998 hasta diciembre de 1999- es interpretada mayoritariamente por la ciudadanía como una muestra de debilidad de la banda terrorista más que como una manifestación de fortaleza. Esta valoración se reparte de forma homogénea por todo el territorio nacional e incluso es la predominante en el propio País Vasco.El trabajo de campo del barómetro de Demoscopia concluyó antes del pasado 20 de diciembre, cuando se produjo la interceptación por la Guardia Civil de las dos furgonetas bomba de ETA.

Según las opiniones recab...

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La ruptura por parte de ETA de su tregua de 14 meses -desde septiembre de 1998 hasta diciembre de 1999- es interpretada mayoritariamente por la ciudadanía como una muestra de debilidad de la banda terrorista más que como una manifestación de fortaleza. Esta valoración se reparte de forma homogénea por todo el territorio nacional e incluso es la predominante en el propio País Vasco.El trabajo de campo del barómetro de Demoscopia concluyó antes del pasado 20 de diciembre, cuando se produjo la interceptación por la Guardia Civil de las dos furgonetas bomba de ETA.

Según las opiniones recabadas, en la ciudadanía ha calado el punto de vista de los partidos democráticos, que han coincidido en que la ruptura de la tregua tiene como explicación el temor de ETA a afrontar su futuro tras un cese definitivo de la violencia.

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En cambio, hay una básica división de opiniones a la hora de valorar si el cese del alto el fuego responde a una estrategia elaborada o constituye una salida a la desesperada de la banda: entre la ciudadanía del País Vasco predomina ligeramente la primera interpretación. Esto es, que ETA ha actuado de manera calculada y no como una respuesta meramente defensiva.

En cuanto a las consecuencias políticas previsibles de esta vuelta a las armas por parte de ETA, la idea ampliamente dominante entre la población española es que va a disminuir el apoyo de la ciudadanía vasca a las propuestas de carácter nacionalista y va a contribuir a alejar la solución definitiva a los problemas del País Vasco. En estos dos vaticinios coinciden en proporciones prácticamente idénticas los entrevistados del País Vasco como los del resto de España.

La clave de esta opinión generalizada radica en que los compromisos alcanzados por los partidos nacionalistas con ETA para lograr el alto el fuego, en septiembre de 1998, no han sido revocados al anunciar la banda armada su ruptura el pasado noviembre. En consecuencia, el apoyo a las opciones nacionalistas disminuirá, pero también la posibilidad de una salida dialogada a la violencia.

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Sin embargo, a la hora de valorar el posible efecto de esta ruptura de la tregua en el seno del propio mundo nacionalista radical, las respuestas que proporcionan los entrevistados vascos y los restantes españoles difieren: entre los primeros son ligeramente algo más numerosos quienes piensan que va a contribuir a su mayor integración y unidad; entre los segundos, en cambio, predomina ampliamente la idea de que dará origen a divisiones y escisiones.

Precisamente, en la opinión del País Vasco predomina la idea de que el nacionalismo radical tratará de mantener su política a ultranza pese a la actuación de ETA. De ahí que se estime que no habrá crisis en el mundo nacionalista radical.

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