Tribuna:

"Manque gane"

NEGRITASSANTIAGO F. FUERTES"Feliz año, me ha invitado don Manuel". Con esta duda de estar donde se debe disfrazada de saludo se presentaba ante quién le hiciera algo de caso la celebérrima abuela del Betis entre los canapés que abrieron la cena celebrada el sábado en el hotel Al Andalus para festejar el bautizo del Villamarín posproletario, homónimo ahora del amo del cortijo, Manuel Ruiz de Lopera. Esa mujer con sombra de ojos verde, diadema verde y blanca, jersey verde, falda verde y, aunque da pavor pensarlo- por el exceso de verdor, claro-, probablemente algo más verde, encarna lo que parec...

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NEGRITASSANTIAGO F. FUERTES"Feliz año, me ha invitado don Manuel". Con esta duda de estar donde se debe disfrazada de saludo se presentaba ante quién le hiciera algo de caso la celebérrima abuela del Betis entre los canapés que abrieron la cena celebrada el sábado en el hotel Al Andalus para festejar el bautizo del Villamarín posproletario, homónimo ahora del amo del cortijo, Manuel Ruiz de Lopera. Esa mujer con sombra de ojos verde, diadema verde y blanca, jersey verde, falda verde y, aunque da pavor pensarlo- por el exceso de verdor, claro-, probablemente algo más verde, encarna lo que parece que se acaba, como si se lo hubieran masticado simbólicamente los asitentes a la cuchipanda: el Betis del manque pierda.

Manuel Chaves, Alfredo Sánchez Montesesirín y la ex alcaldesa Soledad Becerrill (que se llevó para casa la certeza de que los más béticos no parecen votarla y se dejan la boca y los pulmones con sus pitos en cuanto la tienen enfrente) fueron testigos de primera fila de la bendición del arzobispo Carlos Amigo Vallejo de medio estadio maravilloso (aunque se presume que el agua bendita iba dirigida también a las partes más viejas, parece más cristiano). Tras los fuegos artificiales y las alusiones a la mezcla de la sangre de Ruiz de Lopera con el hormigón del estadio -Argamasa Tegasa, podría ser su nombre comercial-, dio comienzo una cena en la que el propietario del club fue el centro (no acababan de ponerle su nombre a un estadio, pues eso) de un ágape al más puro estilo de una boda. Hasta había una banda con chicas de pantorrillas gruesas y falda corta que lo mismo cantaba un pasodoble que Livin" la vida loca de Ricky Martin y tarta verdiblanca.

Al calor de las copas y del baile, algunos peñistas y directivos del Betis echaban de menos "cuando no se ganaba casi nunca". Nadie aceptaba, sin embargo, volver a aquella época, aunque prefieren seguir apelando a los pobresitos (es que los nuevo riquitos suena fatal, la verdad). En la cena quedó claro que Ruiz de Lopera es un ineludible fenómeno antropológico para entender la Sevilla actual. Periodistas, directivos, curiosamente pocos jugadores (excepto Alexis, que llegó tarde y se disculpó así) y todo titirimundi se acercaban al hacedor del Betis del manque gane en consciente pleitesía. Guste o repugne, Ruiz de Lopera ha hecho otro Betis, su Betis. Y el sábado se cenó el bautizo.

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