Tribuna:

Prodigios

Fue el de ayer un día auténticamente milagroso, y no sólo porque una buena tacada de millones fueran a parar a manos humanas que darán cuenta de ellos como es debido, sino, sobre todo, debido a que, cuando menos lo esperábamos y gracias a la contribución de Coalición Canaria, la Ley de Extranjería inicialmente consensuada por todos los grupos políticos fue aprobada a pesar de algunos de los propios grupos políticos que, habiéndola consensuado inicialmente, luego renegaron de ella y la quisieron convertir en mera ley policial. Una de dos: Dios existe, o estaba mirando para otro lado.Lo peor de ...

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Fue el de ayer un día auténticamente milagroso, y no sólo porque una buena tacada de millones fueran a parar a manos humanas que darán cuenta de ellos como es debido, sino, sobre todo, debido a que, cuando menos lo esperábamos y gracias a la contribución de Coalición Canaria, la Ley de Extranjería inicialmente consensuada por todos los grupos políticos fue aprobada a pesar de algunos de los propios grupos políticos que, habiéndola consensuado inicialmente, luego renegaron de ella y la quisieron convertir en mera ley policial. Una de dos: Dios existe, o estaba mirando para otro lado.Lo peor de este asunto es que, durante las últimas semanas, tanto el PP como sus socios de CiU se dedicaron a sembrar en el personal la sospecha de que la ley finalmente aprobada tiene tanta manga ancha que nos convertirá en racistas a pesar nuestro, viendo los privilegios de que gozarán los trabajadores extranjeros que nos sacan las castañas más ardientes del fuego y las boñigas del fango que nosotros no queremos ni tocar. Hay ley, pues, pero también nos dejan la sospecha. Lo mejor es que, sin duda, unos cuantos políticos han quedado con el culo al aire -¡esa CiU votando contra sí misma!-, pero eso también es malo: ¿en qué manos estamos?

Pero quiero seguir con los prodigios y maravillas. Pues siendo lo anterior de natural fascinante, no es nada comparado con lo que acaba de ocurrirme. Y ello es que acabo de abrir un sobre y, en su interior, me he dado de mallas con ¡un christma de don Jaime de Marichalar, duque de Lugo!, que reza o gime así: "Muy feliz Navidad, con todos mis mejores deseos para el nuevo año y siglo... Con afecto", y aquí viene el nombre y título. Claro, que lo hace en nombre de la Fundación Winterthur, donde labora, pero, aun así, no me digan que no es un detallazo. Y de muy buen gusto, además, pues el motivo o dibujo es La adoración de los pastores, de Gherardi. Casi me desnuqué, al leerlo. Por suerte, llevaba puesta una mascarilla de rape que impidió que se me torciera el gesto, pero mi perro todavía aúlla.

Digo yo que, si me van mal las cosas, puedo sacarme una pasta alquilándolo por horas a los grafólogos.

Y eso es todo. Feliz Navidad. Y mucha salam para todos.

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