Editorial:

ETA lo intenta de nuevo

DURANTE EL último año y medio, ETA no ha matado, pero no ha dejado de prepararse para matar si decidía poner término a la tregua. La camioneta bomba interceptada el lunes en las cercanías de Calatayud, con 950 kilos de explosivo en su interior, es una prueba fehaciente de esa actividad ininterrumpida durante el alto el fuego, destinada a mantener engrasada su máquina de matar. La intensificación de sus extorsiones a empresarios, reclamándoles el pago del llamado impuesto revolucionario, confirma, si hiciera falta, esa estrategia. La máquina de ETA estaba puesta a punto, a falta sólo de que alg...

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DURANTE EL último año y medio, ETA no ha matado, pero no ha dejado de prepararse para matar si decidía poner término a la tregua. La camioneta bomba interceptada el lunes en las cercanías de Calatayud, con 950 kilos de explosivo en su interior, es una prueba fehaciente de esa actividad ininterrumpida durante el alto el fuego, destinada a mantener engrasada su máquina de matar. La intensificación de sus extorsiones a empresarios, reclamándoles el pago del llamado impuesto revolucionario, confirma, si hiciera falta, esa estrategia. La máquina de ETA estaba puesta a punto, a falta sólo de que alguien encendiera la mecha, y sólo la afortunada actuación de las fuerzas de seguridad ha impedido en esta ocasión que se consumara una tragedia probable.A la vista de tales evidencias causa asombro que algunos se sientan escandalizados porque las fuerzas de seguridad no hayan bajado la guardia durante el alto el fuego y hayan mantenido el seguimiento de los activistas de ETA a uno y otro lado de la frontera vasca francesa. La captura de casi una tonelada de material explosivo a unos 200 kilómetros de Madrid, preparado para ser activado mediante un temporizador, deja pocas dudas de que la cuenta atrás iniciada el pasado día 3 con el anuncio del fin de la tregua estaba a punto de concluir. Arzalluz puede resistirse a asumir como un hecho comprobado que detrás de la furgoneta bomba esté la marca de ETA, tal como sostiene el ministro del Interior. Pero, más allá de su negativa voluntarista a aceptar que la organización terrorista cumpla sus amenazas, es imposible elaborar una hipótesis alternativa para explicar el destino del terrible cargamento incautado en Calatayud. Si a eso se suman los planes que se conocen por los papeles incautados a Belén Peñalva, resulta cada vez más insostenible la actitud que mantienen algunos líderes nacionalistas como si no hubiera pasado nada.

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Ahora más que nunca los nacionalistas demócratas deben reflexionar sobre los efectos que puede tener sobre ETA y su anunciado retorno a la violencia el mensaje de que comparten sus objetivos independentistas, aunque no el ritmo y la estrategia. Tanto o más que al Gobierno es a ese nacionalismo al que ETA intenta doblegar para convertirlo en rehén de sus ensoñaciones, al margen de la voluntad de los vascos. Es difícil imaginar qué más pueden otorgar el PNV y EA, so pretexto de aplacar a la fiera sin tener que renunciar a su condición democrática.

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