Entrevista:

MARÍA JESÚS LAGO ALPINISTA "Alucinaron cuando llegué sola y sin oxígeno a la cima del Everest"

La suya es una peripecia única. A punto de cumplir 35 años estas navidades, María Jesús Lago puede vanagloriarse, y lo hace, de haber sido la primera mujer española en alcanzar la cima del Everest sin ayuda de oxígeno artificial. Si a ello se añade que esta profesora de aerobic logró la cima en solitario, sin apoyo de ninguna índole y por la difícil cara norte, la gesta alcanza cotas muy importantes. La alpinista viguesa contará su experiencia esta tarde en el acto que cerrará la Semana Montañera que organiza la BBK en el instituto Miguel de Unamuno de Bilbao.Pregunta. ¿Es importante ser la pr...

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La suya es una peripecia única. A punto de cumplir 35 años estas navidades, María Jesús Lago puede vanagloriarse, y lo hace, de haber sido la primera mujer española en alcanzar la cima del Everest sin ayuda de oxígeno artificial. Si a ello se añade que esta profesora de aerobic logró la cima en solitario, sin apoyo de ninguna índole y por la difícil cara norte, la gesta alcanza cotas muy importantes. La alpinista viguesa contará su experiencia esta tarde en el acto que cerrará la Semana Montañera que organiza la BBK en el instituto Miguel de Unamuno de Bilbao.Pregunta. ¿Es importante ser la primera?

Respuesta. Yo no vivo mi cumbre con esa visión, aunque no deja de ser cierto que de las tres mujeres que hemos alcanzado la cima sin óxígeno, únicamente dos hemos llegado de vuelta al campo base. En mi caso, durante la bajada estaba tan agotada, sin referencias, que me dí cuenta de que debía poner los medios para salir de allí por mí misma. Por ello, utilicé la única botella de oxígeno que llevaba en la mochila. En realidad, para mí lo realmente importante es haber alcanzado la cima del mundo, algo que se había convertido en una obsesión.

P. ¿Por qué esa obsesión?

R. Tengo claro que el único modo de alcanzar cotas así es estar obsesionada; sólo de ese modo puedes pasar penurias tales como andar sobre los cadáveres que quedaban al descubierto en un ascenso que presentaba la menor cantidad de nieve conocida en la zona en los últimos 75 años.

P. ¿Qué le lleva a luchar en solitario?

R. Hace ya algún tiempo que decidí no volver a incluirme en una expedición cuyo jefe supiera menos que yo. Además, mis ascensiones en el Himalaya, como cuando hice cumbre en el Cho Oyu en el 97, las he realizado así. Ya estoy acostumbrada. Esta vez, al llegar a Katmandú acordé compartir el permiso con unos italianos. Luego contraté los servicios de dos sherpas y cada uno a lo suyo. Para colmo, uno de los sherpas no pudo aclimatarse por encima de los 7.000 metros y no pude utilizarlo.

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P. Lo suyo es "el más difícil todavía".

R. Y eso que aún no he contado que apenas disponía de material que, encima, está bastante desfasado.

P. ¿Cómo fue la llegada a la cima del Everest?

R. Alucinante. Hice cumbre cerca de un grupo de georgianos que se sorprendieron al verme llegar sola y sin oxígeno después de haber realizado todo el trabajo por mi cuenta.

P. ¿Cómo es la relación que tiene con los hombres en la montaña?

R. Paso de la historia hombre-mujer. En el monte, de todos los que he conocido me quedo con muy poquitos y, de ellos, algunos son como gnomos del bosque. Creen estar por encima de todo y les gusta bien poco que las mujeres estemos fuertes.

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