TEATROCRÍTICA

Variedades arrevistadas

BesosDe Carles Alberola y Roberto García. Intérpretes, Carles Alberola, Verónica Andrés, Alfred Picó, Inés Díaz, Carme Juan. Vestuario, Rocío Cabedo. Coreografía, Rosa Ribes. Iluminación y espacio escénico, Carles Alfaro. Dirección, Carles Alberola. Teatro Talía. Valencia.

Recitar letras de canciones para convertirlas en diálogos o en monólogos irónicos, detectar que en la narratividad de algunas canciones hay el resumen de una historia o parodiar las canciones de amor para aportar un matiz de intención distanciadora son operaciones adolescentes de cierta ingenuidad que requieren ta...

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BesosDe Carles Alberola y Roberto García. Intérpretes, Carles Alberola, Verónica Andrés, Alfred Picó, Inés Díaz, Carme Juan. Vestuario, Rocío Cabedo. Coreografía, Rosa Ribes. Iluminación y espacio escénico, Carles Alfaro. Dirección, Carles Alberola. Teatro Talía. Valencia.

Recitar letras de canciones para convertirlas en diálogos o en monólogos irónicos, detectar que en la narratividad de algunas canciones hay el resumen de una historia o parodiar las canciones de amor para aportar un matiz de intención distanciadora son operaciones adolescentes de cierta ingenuidad que requieren talento para no caer en las obviedades que se quieren constatar. En la primera etapa de El Tricicle, en Manicòmic, hay un ejemplo perfecto de cómo destrozar una canción de éxito del truhán y señor Julio Iglesias, y en Cabezas cortadas, de Glauber Rocha, el gran Paco Rabal introducía a manera de recitado enloquecido la letra del bolero Bésame mucho, por citar sólo dos casos donde el uso inteligente de la parodia adquiere un poder negado a la intención estética del referente que se toma como pretexto.La actitud de Albena Teatre al seleccionar un ramillete de canciones de éxito en los guateques de los ochenta para interpretarlas a su manera, oscila entre la autocomplacencia y la identificación, por aquello del peaje debido a la educación sentimental, y a veces resulta inevitable la impresión de que algunas de las melodías seleccionadas tienen mayor enjundia y más futuro que la moderna trivialización llevada a cabo por este espectáculo. Un montaje que tiene en la autosuficiencia su peor lastre y en el regusto progre a su peor enemigo, y que demuestra la necesidad de saber cantar y bailar al menos correctamente para moverse con soltura en el terreno del musical. No es el caso de Besos. Una hora de chistosas ingeniosidades parece demasiado incluso para los más fieles seguidores de Arévalo.

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