Desalojar a la derecha
En un artículo aparecido en EL PAÍS el 7 de noviembre, don Juan Ignacio Crespo y otros firmantes se referían al aumento de la abstención en las convocatorias electorales en nuestro país, que se produce en mayor medida entre los votantes de izquierda. Apuntaban algunas posibles actuaciones en el seno de los partidos de este signo para atraer el interés de los electores.Yo, que en los últimos años he optado por la abstención y espero muy poco de los partidos a la vista de la experiencia, con un partido socialista que no reacciona y una Izquierda Unida que no se sabe qué pretende apoyando a la pe...
En un artículo aparecido en EL PAÍS el 7 de noviembre, don Juan Ignacio Crespo y otros firmantes se referían al aumento de la abstención en las convocatorias electorales en nuestro país, que se produce en mayor medida entre los votantes de izquierda. Apuntaban algunas posibles actuaciones en el seno de los partidos de este signo para atraer el interés de los electores.Yo, que en los últimos años he optado por la abstención y espero muy poco de los partidos a la vista de la experiencia, con un partido socialista que no reacciona y una Izquierda Unida que no se sabe qué pretende apoyando a la peor derecha del país, que es la derecha nacionalista (que nadie se llame a engaño con los que se dicen nacionalistas radicales de izquierda: no existe el nacionalismo de izquierda), me dirijo a los votantes para proponerles la misma reflexión que me he hecho a mí mismo en los últimos días, en que ha quedado al descubierto el verdadero rostro de la derecha que nos gobierna (rectifico: que está en el poder): el voto no sólo sirve para llevar a un partido al Gobierno, sino también para desalojar de él a otro. Esto lo saben, y a tenor de ello vienen actuando durante décadas en países de nuestro entorno con mayor tradición democrática que nosotros.
Pues bien, conciudadanos abstencionistas: ya que ellos mismos nos han metido prematuramente en campaña electoral, hagamos campaña; volvamos a hacer uso de nuestro voto y echemos del poder a una derecha impresentable que sigue considerando al país como una finca de su propiedad y que reparte entre unos cuantos amigos las empresas públicas más rentables (eso sí, legalmente, no faltaría más).- . .