Crítica:TEATROCRÍTICA

Miedo cómico

En este noveno espectáculo del grupo catalán Vol-Ras se deja ver la mano de Toni Albà, tanto en la confección del libreto como en la dirección. La formación originaria de la compañía, como sucede con tantos otros grupos de mimo y danza, del llamado "teatro del silencio" en general, proporcionaba un excelente trabajo de actores que a menudo quedaba oscurecido por la debilidad de los guiones que les servían de pretexto, de modo que al espectador siempre le quedaba en la boca el sabor de lo incompleto.Dicen bien los fundadores del grupo cuando aseguran que, con este montaje, el humor y el gesto d...

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En este noveno espectáculo del grupo catalán Vol-Ras se deja ver la mano de Toni Albà, tanto en la confección del libreto como en la dirección. La formación originaria de la compañía, como sucede con tantos otros grupos de mimo y danza, del llamado "teatro del silencio" en general, proporcionaba un excelente trabajo de actores que a menudo quedaba oscurecido por la debilidad de los guiones que les servían de pretexto, de modo que al espectador siempre le quedaba en la boca el sabor de lo incompleto.Dicen bien los fundadores del grupo cuando aseguran que, con este montaje, el humor y el gesto de Vol-Ras han entrado en una nueva dimensión, porque lo que aporta Toni Albà, además de la mirada externa del director, es una trama de intriga con un principio y un final a la que se supedita la capacidad cómica de los actores, que es tan notable como siempre. El encuentro de estos dos vecinos de escalera -ladrón rudimentario el uno, una especie de sabio loco con pretensiones asesinas, el otro- produce una espiral de sorpresas encaminadas a la resolución de un brillante final, en una actuación muy medida de gesto y de diseminación de gags.

Intríngulis

De Vol-Ras. Intépretes, Joan Faneca, Joan Segalés, Toni Closa. Iluminación, Jaume Ortiz. Vestuario y escenografía, Jordi Salvador. Música, Xavier Balfegó. Dirección, Toni Albà. Teatro Rialto. Valencia, 3 de diciembre.

Un eclecticismo pulcramente resuelto, donde la música juega un papel fundamental y en el que las referencias a grandes momentos del cine como signo de puntuación -y también como creadores de atmósferas- están bien integradas, favorece un trabajo de actores de alta velocidad y perfectamente compenetrado por parte de Joan Segalés y Joan Faneca, que no es que se tomen esta tímida reflexión sobre el mal como motivo de risa pero sí que consiguen hacer reír a todo el mundo con sus múltiples desconciertos a lo largo de hora y media de un trabajo que fusiona con gracia territorios tan diversos como el cine, el mundo de los payasos y la estrategia del teatro.

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