ESCENA

Misia presenta los fados de su último disco en tres actuaciones en el Círculo de Bellas Artes

A Misia no le gusta que actos incontrolados, como quitarse las gafas de sol o el sombrero de aires pequineses que lleva, trastornen su imagen de persona normal. "Pasa a menudo. Un periodista una vez escribió: "La esfinge se quita las gafas", y yo no tengo nada que ver con esa imagen preconcebida que él llevaba de mí". La cantante de fados portuguesa y catalana, de los dos extremos de la Península, está en el centro de la misma estos días, en Madrid, donde a partir de hoy va a presentar su nuevo disco, Paixões diagonais, en tres noches consecutivas en el Círculo de Bellas Artes.

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A Misia no le gusta que actos incontrolados, como quitarse las gafas de sol o el sombrero de aires pequineses que lleva, trastornen su imagen de persona normal. "Pasa a menudo. Un periodista una vez escribió: "La esfinge se quita las gafas", y yo no tengo nada que ver con esa imagen preconcebida que él llevaba de mí". La cantante de fados portuguesa y catalana, de los dos extremos de la Península, está en el centro de la misma estos días, en Madrid, donde a partir de hoy va a presentar su nuevo disco, Paixões diagonais, en tres noches consecutivas en el Círculo de Bellas Artes.

Lleva a gala la humildad y la sobredosis de modestia propia de los de su tierra, de los de Oporto. No sabe lo que es el nuevo fado, para ella no existe: "Son etiquetas que la gente pone. No existe. El fado es el mismo, sigue su camino. No hay una renovación del fado en Portugal porque es un país muy conservador y porque los cantantes de fado no nos vemos, no nos reunimos, somos solitarios para ser coherentes con el mismo fado".Esta mujer delicada, de piel blanca, pelo negro, de aparente distancia y exotismo en las fotografías, pero proximidad, fuerza y sentido del humor en el trato directo, ha actuado en todo el mundo. Lleva 15 años de carrera lúcida, pero fue su anterior disco, Garras dos sentidos, el que la catapultó como estrella. Vendió 150.000 copias y fue disco de plata en Portugal, algo raro, porque allí, el fado, aunque sea la música de la tierra, el canto de la saudade, la nostalgia y el mar, "es algo minoritario", dice. "Con partidarios de unos y de otros", asegura.

Para Garras dos sentidos, Misia se sumergió en la tradición del fado y encargó letras a escritores contemporáneos para su música. Parieron canciones para ella José Saramago, Lidia Jorge, Mario de Sacarneiro o Agustina Bessa-Luis. Fue un disco que le costó dos años de trabajo y que le cambió la vida con viajes, premios, adulaciones... "Ahora, con distancia y sólo cuatro fados tradicionales, en Paixiões diagonais he querido contar lo que es mi nueva vida, esas nuevas experiencias".

Misia no busca fusiones con otras músicas. "No me va mezclar", dice, aunque en el disco han colaborado representantes de otros mundos del pentagrama, aparte de que incorpora a las guitarras típicas del fado otros instrumentos de la calle, como violines o acordeones, y también ha pedido la colaboración de la pianista clásica portuguesa Maria João Pires. "La invité a que me acompañara en el fado que cierra el disco y da título al mismo porque la admiro muchísimo", asegura. "Es de una sencillez enorme. Ha dado al fado una delicadeza única. Me ha hecho pensar y ha descubierto que puedo interpretar el fado interiorizándolo, no sólo de la forma extrovertida que lo suelo hacer".

Convivir con otras artes

Misia también apuesta por que la música en su carrera conviva con otras artes como la fotografía, la pintura o la literatura. Por eso ha organizado un disco con letras de más escritores -esta vez no todos vivos, como Fernando Pessoa, de quien ha incorporado un poema en francés- y ha cuidado todo lo que tiene que ver con las fotografías y los diseños de portada. "Antes yo planificaba todo lo de mis discos por necesidad y ahora le he cogido el gusto a la cosa", asegura esta artista alejada de la figura de cantante ligera que se limita a entonar notas de encargo. "Eso quedó para la historia. Ahora las mujeres vemos mundo y decidimos", cuenta, y recuerda a la recientemente fallecida Amalia Rodrigues. "Era única e irrepetible. Ha llevado el fado por todo el mundo. Si esta música se conoce es por ella", afirma.

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Misia vive de la música portuguesa, del son que era, dice, "sonido cotidiano" de su infancia y adolescencia, cuando vivía entre bambalinas, testigo de la carrera de su madre, una catalana de rompe y rasga que se dedicaba al baile español, o entre las plumas y los abalorios de su abuela, intérprete de music hall. "Ahora, el fado es para mí un instrumento para dar mi visión de la vida", dice, y explica que con el fado se puede expresar todo. "El fado más universal, el que viaja mejor, habla del amor, la nostalgia y la soledad. Suele ser el más triste, pero también existen los fados corridos, con letras con mucho sentido del humor", asegura.

Misia actúa hoy, mañana y el sábado, a las 22.00, en la sala Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes. Marqués de Casa Riera, 2, metro Banco. 3.500 y 2.800 pesetas (socios, 3.200 y 2.500).

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