Crítica:CRÍTICATEATRO

La clase enemiga

El enemigo de la claseDe Nigel Williams, por Palangana Teatre. Intérpretes, Vicente Arlandis, Carlos Amador, David Espinosa, Ferran Gadea, Toni Misó, Nacho Tato, Manuel Ugarte. Versión, Ana Gimeno, J.V. Martínez Luciano. Dirección, Paul Weibel. Teatro Rialto. Valencia, 15 de octubre.

Paul Weibel, director suizo más o menos afincado en Valencia, no quedó contento con la versión de 1993 de esta obra de Nigel Williams, así que tomó la decisión -que debería ser más frecuente- de remontarla, con otra escenografía y un reparto quizás más juvenil. El resultado escénico no cambia mucho, salvo ...

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El enemigo de la claseDe Nigel Williams, por Palangana Teatre. Intérpretes, Vicente Arlandis, Carlos Amador, David Espinosa, Ferran Gadea, Toni Misó, Nacho Tato, Manuel Ugarte. Versión, Ana Gimeno, J.V. Martínez Luciano. Dirección, Paul Weibel. Teatro Rialto. Valencia, 15 de octubre.

Paul Weibel, director suizo más o menos afincado en Valencia, no quedó contento con la versión de 1993 de esta obra de Nigel Williams, así que tomó la decisión -que debería ser más frecuente- de remontarla, con otra escenografía y un reparto quizás más juvenil. El resultado escénico no cambia mucho, salvo una mayor proximidad del público, tal vez porque el texto tiene un notable peso específico, pero sí lo hace en una multitud de detalles que fascinan a quienes del teatro nos gusta sobre todo el proceso de la puesta en escena más que el inevitable punto final de todo montaje acabado. Weibel estará ahora más contento, y también Toni Misó, quien ya intervenía en el anterior montaje y que aquí cobra otra clase de feliz protagonismo.No obstante, en este relato de una especie de rebelión en las aulas en un suburbio inglés, donde la vulnerabilidad y los amagos de ternura no encuentran más salida que la expresión y la acción violentas, se echa un tanto de menos otra ocasión perdida de hacer lo que sería el equivalente de un teatro punk, donde la buena educación del autor y del resto de creadores se rompiera en favor de las terribles turbulencias de los personajes. No sé por qué el cine, la música, incluso la pintura o el cómic, pueden ser totalmente desaforados cuando así se lo proponen mientras que en el teatro cualquier transgresión de esta clase queda más bien atenuada. Será tal vez por el engorro que supone la función explicativa del texto, que contiene y a la vez impide el resuelto salvajismo del primer La Fura dels Baus, por ejemplo. En cualquier caso, estamos ante una reprise estimulante, que gustará a quienes la descubren y dará que pensar sobre la reelaboración de los detalles a los que ya la vieron.

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