Un policía confiesa ser el autor del tiro que dejó ciego a un menor tras una persecución

El agente había declarado primero que la víctima ya estaba herida cuando fue detenidaEl policía, que estaba en prácticas, dice que creía que la escopeta estaba descargada

El agente del Cuerpo Nacional de Policía Óscar G.G., de 28 años, ha confesado ante el juez ser el autor de los disparos de escopeta que dejaron irreversiblemente ciego a José F.B., de 16 años, tras una persecución policial en la madrugada del pasado 17 de mayo. Este menor, de etnia gitana, recibió varios impactos de postas en los ojos cuando el vehículo robado en el que iba junto con dos amigos se hallaba detenido en un descampado y la víctima se bajaba del coche para entregarse. En un principio, el agente, en supuesta connivencia con su compañero, dijo que el menor ya estaba herido cuando fue...

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El agente del Cuerpo Nacional de Policía Óscar G.G., de 28 años, ha confesado ante el juez ser el autor de los disparos de escopeta que dejaron irreversiblemente ciego a José F.B., de 16 años, tras una persecución policial en la madrugada del pasado 17 de mayo. Este menor, de etnia gitana, recibió varios impactos de postas en los ojos cuando el vehículo robado en el que iba junto con dos amigos se hallaba detenido en un descampado y la víctima se bajaba del coche para entregarse. En un principio, el agente, en supuesta connivencia con su compañero, dijo que el menor ya estaba herido cuando fue detenido.Ambos habían declarado, según consta en el atestado policial, que el menor y sus compañeros eran los autores de un robo en un bar y que, cuando lograron detener a José F.B., éste sangraba por su rostro.

El contenido exculpatorio del atestado policial llevó en un principio al juez instructor del caso a abrir diligencias por robo contra la víctima y sus acompañantes y a exculpar a los agentes. Pero, al ver los impactos de perdigones que presentaba el coche en el que iba la víctima, cambió de opinión y citó a los agentes para que le explicasen cómo era posible que el chico ya estuviese herido antes incluso de la persecución.

El agente, ante la dificultad de mantener la versión de que José F.B. ya estaba herido, se derrumbó en su declaración ante el juez y, siempre según fuentes cercanas al caso, decidió contar la verdad. Lo hizo el pasado 12 de julio, casi dos meses después de los hechos, durante su cita con el juez. Óscar G.G. afirmó al magistrado, José Emilio Coronado, que el atestado policial en el que figura que la víctima ya estaba herida "se hizo sin estar él delante". "No me ratifico en lo dicho anteriormente [ante sus superiores]. El atestado se hizo mientras yo estaba en el hospital con el herido", declaró. Tras los disparos, José F.B. fue trasladado por los agentes del coche patrulla hasta el hospital Gregorio Marañón, donde se certificó su ceguera.

Los disparos que han dejado ciego a José F.B. se produjeron la madrugada del 17 de mayo. Una dotación policial fue alertada de que se había producido un robo en un bar e interceptó y persiguió a un Fiat1, color rojo, en el que supuestamente viajaban los autores del robo; es decir, José F.B. y dos amigos.

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El menor afirma que se iba a entregar cuando recibió el disparo de postas que le dejó ciego

VIENE DE LA PÁGINA 1Los jóvenes, al ver el coche patrulla, emprendieron la huida hasta detenerse en un descampado cercano a Valdemingómez. Pararon porque el coche estaba destrozado y no andaba más, según confesó a este periódico su conductor, Rafael P.H, alias El Rubio. Un ocupante se apeó del vehículo y logró huir campo a través. Los otros dos se quedaron dentro, desarmados. La víctima, el menor José F.B., explicó así lo sucedido: "Iba a abrir la puerta del coche para bajarme cuando noté un fogonazo en el rostro".

En su confesión ante el juez, siempre según fuentes cercanas al caso, el autor de los disparos, efectuados con una escopeta de postas, marca Franchy, admite que el coche estaba parado en el descampado y que, con una literna, se dirigió hacia el vehículo mientras su compañero corría tras uno de sus ocupantes, que huía campo a través.

"Cuando me dirigía hacia la parte trasera del vehículo", afirma, "se abrió la puerta [la del copiloto, donde iba José F.B.], me sobresalté y disparé sin dirigir el arma a ningún sitio en concreto. Pensé que la escopeta no estaba cargada. Escuché quejidos, me acerqué más al coche y vi que una persona sangraba por la cara; entonces mi única preocupación era llevarle a un hospital". Luego llegó otro coche patrulla, y también su compañero, que volvía sin éxito de perseguir al joven que había huido campo a través. Según el autor de los disparos, "ninguno de sus compañeros le preguntó lo que había pasado". El policía se quejó ante el juez de que su compañero, más veterano, "saliera corriendo tras el joven y le dejase a él solo allí sin darle instrucciones".

La versión dada al juez por su compañero del coche patrulla, Francisco C.R., resulta un tanto contradictoria. Éste afirma que salió detrás de uno los ocupantes del coche y que no pudo alcanzarlo, y que al volver donde estaba su compañero -el autor del disparo- éste le dijo que había un herido, pero nada más. "No pregunté nada, y luego, en comisaría, tampoco me dijeron nada".

Extraño silencio

¿Y no oyó usted el ruido de los disparos?, le preguntó delante del juez el abogado de la víctima, Eduardo Alarcón. "No", respondió, pese a estar a menos de cien metros del lugar donde se produjo la detonación, según consta en el sumario. Asegura que no sospechó nada porque al volver no vio a su compañero con la escopeta con la que disparó. Los agentes aseguran que en todos los coches patrulla de la policía suele haber una escopeta de postas y que habitualmente están descargadas.

La víctima, José F.B., ha declarado al juez que cuando era trasladado al hospital, con sangre en los ojos, los agentes le dijeron que el autor de los disparos había sido el dueño del bar atracado, que les había seguido. Un portavoz de la policía negó posteriormente a este periódico esa posibilidad ("ese señor estaba fuera de Madrid ese día").

La versión oficial facilitada por la policía a este periódico tras el suceso decía así: "Que a las 20.50 del 17 de mayo, un coche patrulla fue alertado de un robo cometido en una bodega de la calle de Jadraque (Vallecas). Los agentes se toparon con el vehículo robado, un Fiat 1 de color rojo, en la calle de Mata del Agua, en Villa de Vallecas, y que, al ver éstos que la policía les seguía, aceleraron. La persecución duró entre 10 y 15 minutos, y terminó en Valdemingómez, donde fueron detenidos dos de los tres ocupantes del coche".

Sin embargo, desde el primer momento la víctima y El Rubio, el conductor del vehículo robado, aseguraron que los disparos los efectuó un agente que se bajó del patrulla y disparó a los cristales del asiento del copiloto. Al oír las detonaciones, los otros dos ocupantes del vehículo robado salieron huyendo. Uno de ellos es el conductor del vehículo, Rafael P.H., de 19 años, que fue detenido. Días después, al tener conocimiento de que su amigo se hallaba casi ciego y hospitalizado en el Gregorio Marañón y que la policía negaba haber efectuado los disparos, compareció voluntariamente ante el juez y corroboró la versión de la víctima; esto es, que el autor del disparo fue un policía. "¿Quién pudo disparar si eran ellos los únicos que nos seguían? No había nadie más a esas horas en el descampado", comentó Rafael P.H. a EL PAÍS al término de su declaración judicial.

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