Cartas al director

Ampliaciones del metro

He vuelto a descubrir este medio de transporte, que, tras años de trasladarme al trabajo en mi coche, me permite ahora hacerlo en la confianza de que no voy a tener ninguna dificultad en aparcar (sobre todo porque no tendré nada que aparcar). Me permite leer mi periódico favorito durante el trayecto y, también, de paso, verificar lo bien que se ha portado la madre naturaleza con algunas de mis cousuarias, y todo ello sin el peligro de estamparme o meterme en un atasco. Ahora puedo desaparecer por la boca de entrada de mi barrio y emerger de nuevo a pocos metros de mi oficina por unas módicas 6...

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He vuelto a descubrir este medio de transporte, que, tras años de trasladarme al trabajo en mi coche, me permite ahora hacerlo en la confianza de que no voy a tener ninguna dificultad en aparcar (sobre todo porque no tendré nada que aparcar). Me permite leer mi periódico favorito durante el trayecto y, también, de paso, verificar lo bien que se ha portado la madre naturaleza con algunas de mis cousuarias, y todo ello sin el peligro de estamparme o meterme en un atasco. Ahora puedo desaparecer por la boca de entrada de mi barrio y emerger de nuevo a pocos metros de mi oficina por unas módicas 68 pesetas, mientras mi vehículo particular languidece en su aparcamiento añorando viajes más largos. También me he llevado sorpresas. He aquí algunas:1.He descubierto nuevos idiomas. No, no crean. No los habla la gente. Los emiten los altavoces de algunas estaciones. Aunque tienen algunos parecidos fonéticos con el castellano, no deben de serlo. Por lo menos, yo no consigo entender lo que dicen.

2.No sabía que se podía escribir sobre el cristal. Ahora lo sé. Recomiendo a Metro que cambie los cristales de los vagones cada cierto tiempo. Será como borrar y dejarles a los grafiteros otra hoja en blanco, para su entretenimiento imbécil.

3.Por fin sé que el o los diseñadores de los flujos de personas dentro de los túneles y pasillos ha o han salido de un frenopático. Solamente un orate (o un cuerdo con sed de venganza) puede diseñar un vestíbulo de estación para que la riada que sale se cruce con la riada que entra. O a lo mejor es simplemente una expresión artística nueva que no conozco y que hace un uso imaginativo de la teoría de los cuellos de botella. Vaya usted a saber.

4.Puedo atravesar cuerpos sólidos. No me lo creía, pero he aprendido que es la única alternativa válida que me queda cuando, después de abiertas las puertas del vagón, me aguarda un muro pétreo y suduroso de cuerpos entrantes, dispuestos a pasar por encima de nuestros pobres cuerpos salientes. ¿Dónde habrán ido a parar aquellos carteles que antaño pedían "antes de entrar, dejen salir"?- .

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