NUEVO ATENTADO EN RUSIA

La policía inspeccionará todos los edificios en 24 horas

"Todos los bajos y buhardillas de Moscú deben ser revisados antes de 24 horas". Borís Yeltin, con el ceño fruncido, hizo una larga pausa, y repitió solemnemente, dirigiéndose a Luzhkov, el alcalde de la capital rusa: "Repito, en 24 horas, Yuri Mijailóvich".Moscú se encontraba ayer bajo estado de choque, con un gesto de estupefacción que parecía común a sus más de diez millones de habitantes, que se preguntaban cuándo y dónde va a estallar la próxima bomba.

Las explosiones de ayer y del pasado miércoles hacen inútil concentrar el esfuerzo de protección en los objetivos "lógicos" de las a...

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"Todos los bajos y buhardillas de Moscú deben ser revisados antes de 24 horas". Borís Yeltin, con el ceño fruncido, hizo una larga pausa, y repitió solemnemente, dirigiéndose a Luzhkov, el alcalde de la capital rusa: "Repito, en 24 horas, Yuri Mijailóvich".Moscú se encontraba ayer bajo estado de choque, con un gesto de estupefacción que parecía común a sus más de diez millones de habitantes, que se preguntaban cuándo y dónde va a estallar la próxima bomba.

Las explosiones de ayer y del pasado miércoles hacen inútil concentrar el esfuerzo de protección en los objetivos "lógicos" de las acciones terroristas: edificios oficiales, cuarteles e incluso lugares emblemáticos como el Kremlin o el teatro Bolshói.

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El terrorismo a gran escala es un fenómeno casi desconocido en esta megalópolis de 30.000 edificios. Inspeccionar todos sus bajos y desvanes como pretende Yeltsin, aun contando con que trabajen a destajo todos los efectivos disponibles, tanto municipales como estatales, será una labor titánica. Lograr que, incluso después de eso, se desvanezca el peligro de una nuevo atentado roza ya la utopía, porque las bombas pueden estar en viviendas o en cualquier sitio. En Moscú, centenares de miles de automóviles se aparcan en las aceras o en los patios interiores, lo que hace que se extendienda el temor al coche bomba.

Ya surgen algunas voces que hablan de la necesidad de crear comités vecinales que aseguren la autoprotección de los edificios y detecten cualquier irregularidad que se considere peligrosa. Una medida que, de ponerse en práctica, tendría el "efecto colateral" de desenmascarar a muchos mafiosos y descubrir a miles de inmigrantes sin permiso de residencia, especialmente de origen caucásico, que podrían ser deportados. En las últimas semanas, después del atentado del 31 de agosto en un lujoso centro comercial subterráneo cercano al Kremlin, ya se han producido más de trescientas detenciones, sobre todo de chechenos.

Luzhkov ya ha anunciado la adopción inmediata de "medidas especiales" para eliminar "toda presencia indeseada", supervisar la entrada de vehículos a la ciudad e imponer la ley y el orden en lugares públicos. Lo que no explicó es cómo piensa lograrlo sin provocar un caos descomunal que estrangule la vida cotidiana de la ciudad.

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Pese a las medidas de prevención, el alcalde no excluyó (habría sido ridículo hacerlo) que, en los próximos días, la venganza de los "gánsteres chechenos por su derrota en Daguestán" se traduzca en nuevos atentados.

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