Tribuna:

Carreristas

Pinochet y Milosevic compusieron un afortunado binomio instrumentalizado por el orden internacional. Dos genocidas en la picota, el uno heredero del anticomunismo y el otro del poscomunismo. Eran un referente pedagógico superador de la bipolarización de la III Guerra Mundial, ya que los nuevos dirigentes no se responsabilizan de la estrategia de la disuasión mutua y eran capaces de señalar a genocidas de los dos bandos. Genocidas secundarios, todo hay que decirlo, porque a Pinochet fue el Departamento de Estado norteamericano el que le regaló la estatura de genocida y Milosevic era un actor se...

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Pinochet y Milosevic compusieron un afortunado binomio instrumentalizado por el orden internacional. Dos genocidas en la picota, el uno heredero del anticomunismo y el otro del poscomunismo. Eran un referente pedagógico superador de la bipolarización de la III Guerra Mundial, ya que los nuevos dirigentes no se responsabilizan de la estrategia de la disuasión mutua y eran capaces de señalar a genocidas de los dos bandos. Genocidas secundarios, todo hay que decirlo, porque a Pinochet fue el Departamento de Estado norteamericano el que le regaló la estatura de genocida y Milosevic era un actor secundario cuando Yeltsin y buena parte de su cuadrilla eran responsables del Imperio del Mal y topos del Imperio del Bien. Cumplido de momento el expediente yugoslavo, el caso Pinochet ha perdido relevancia ética. Ya no equilibra nada. Ya sólo excita emocionalmente a lo que queda del romanticismo militante y a sus víctimas. Tampoco está claro que alguna vez no haya que volver a recurrir a Pinochet o a sus clónicos, porque las contradicciones no cejan, y lo que en el pasado podía ser azuzado por el Imperio del Mal, en el futuro puede ser movido por los perdedores de la globalización. Aunque el Papa haya dicho que ya no hay infierno y el diablo ha sido vencido, este Papa no es de fiar, está muy mayor, es de congregación mariana y la cosa religiosa está en otra dimensión. Las religiones futuras serán de diseño y tendrán sponsors, como el Barça o el Real Madrid.

La política de derechas y de izquierdas la mueven carreristas sin otro empeño que hacer lo políticamente correcto para no perder peldaño en su ascensión profesional. Los de izquierdas son yuppies sin otro objetivo que el que nadie les pase la mano por la cara: si hay que matar se mata, si hay que mentir se miente y si hay que ocultar se oculta. Ninguno de ellos se ha jugado ni un minuto de sufrimiento o zozobra como se lo jugaron las promociones anteriores en lucha contra el fascismo y contra la amenaza nuclear. Los de izquierda pertenecen a la izquierda privada que no pública y les da igual bombardear Lisboa o liberar a Pinochet si les va en ello la carrera y los quinquenios.

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