Cartas al director

Perros

Después de leer el artículo de Ricardo Cantalapiedra publicado el pasado 22 de agosto, uno llega a la conclusión de que el articulista hace un desmedido elogio de los canes, de sus muchas virtudes y pocos defectos. Sin embargo, le convendría, aunque sólo fuera a título informativo, bajarse, de cuando en cuando, de ese cielo perruno que tanto pondera para cotejar la imagen idílica que tiene de los perros con la mucho más triste de la dura realidad.En las redacciones de los periódicos siempre se ha dicho que no era noticia que un perro mordiera a una persona, sino que una persona mordiera a un p...

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Después de leer el artículo de Ricardo Cantalapiedra publicado el pasado 22 de agosto, uno llega a la conclusión de que el articulista hace un desmedido elogio de los canes, de sus muchas virtudes y pocos defectos. Sin embargo, le convendría, aunque sólo fuera a título informativo, bajarse, de cuando en cuando, de ese cielo perruno que tanto pondera para cotejar la imagen idílica que tiene de los perros con la mucho más triste de la dura realidad.En las redacciones de los periódicos siempre se ha dicho que no era noticia que un perro mordiera a una persona, sino que una persona mordiera a un perro. Hoy vemos que no es así, que la noticia es que el perro muerda y, por desgracia, que mate, y esto, obviamente, no convierte a todos los perros en asesinos, pero sí a algunos de ellos; esta conducta, que sus defensores pueden considerar anormal pero que a mí me parece peligrosa, es la que hay que atajar poniendo todos los medios necesarios para que no siga aumentando el goteo de víctimas y, lo que es más importante, para no tener la sensación, cada vez que se ve a un individuo con un perro de presa, de que estamos, frente a frente, con un pistolero dispuesto a sacar su arma en cualquier momento.

El perro, hoy día, ya no puede decirse que es el mejor amigo del hombre, ni siquiera de su dueño, sino un presunto peligro público al que la sociedad no tiene por qué exponerse, como no se expone a otros animales peligrosos con tan buena prensa o mejor que él; quizá esta buena prensa, su reiterada aparición en películas para niños con un halo de bondad angelical, la idea generalizada de que determinados perros son animales de defensa más que de ataque o, ¿por qué no?, una pérdida considerable de votos en futuras elecciones, sean algunas de las causas que están retrasando unas medidas que deben tratar de proteger, sobre todo, un bien común inestimable: el derecho a la vida. Lo demás es literatura.- .

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