FÚTBOL Segunda jornada de Liga

La Real desautoriza a Ranieri

El conjunto donostiarra humilló al Atlético que sólo jugó al fútbol durante 10 minutos

La Real ahogó en Anoeta el espíritu de Ranieri. El manual reclama muchas correciones. La Real puede pasarle algunos apuntes (ayer le dejó cuatro en la red) sobre la importancia de llevarse bien con el balón. El manejo es una cuestión de inteligencia y habilidad. El esfuerzo se le supone a cada protagonista. Hasta el gol de Solari, el Atlético buscó el balón con ahínco, lo manejó con cuidado, lo repartió con criterio y lo llevó a la red en una jugada tan geométrica como clásica. José Mari y Solari fabricaron el gol entre al menos ocho defensores rivales. Luego, desapareció como ahuyentado por l...

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La Real ahogó en Anoeta el espíritu de Ranieri. El manual reclama muchas correciones. La Real puede pasarle algunos apuntes (ayer le dejó cuatro en la red) sobre la importancia de llevarse bien con el balón. El manejo es una cuestión de inteligencia y habilidad. El esfuerzo se le supone a cada protagonista. Hasta el gol de Solari, el Atlético buscó el balón con ahínco, lo manejó con cuidado, lo repartió con criterio y lo llevó a la red en una jugada tan geométrica como clásica. José Mari y Solari fabricaron el gol entre al menos ocho defensores rivales. Luego, desapareció como ahuyentado por la monserga destajista que invade un estilo del fútbol.La Real pagaba con un gol su absoluta confusión. Ranieri le traicionó: le presionó muy arriba, donde observa su mayor déficit de cintura, sometió el partido a un ritmo desenfrenado y convirtió la disputa en un cuerpo a cuerpo para pulmones exigentes. El equipo donostiarra necesitó 15 minutos para frotarse los ojos y comenzar a ver claro. La primera conexión entre De Pedro y Aranzabal encendió la alarma en el espíritu del Atlético y Ranieri decidió vincularse al lado más oscuro de su manual: acentuar la disputa emocional, abigarrarse en defensa y conceder una enorme pradera a José Mari y Hasselbaink por si Valerón encontraba un hueco para el ingenio. El holandés se perdió en batallas particulares; el sevillano, en la anchura del estadio.

REAL SOCIEDAD 4

ATLÉTICO 1Real Sociedad: Alberto; López Rekarte, Loren, Pikabea, Aranzabal; Mutiu (De Paula, m. 59), Guerrero, Idiakez, De Pedro (Kühbauer, m. 78); Sa Pinto (Antía, m. 83) y Bonilla. Atlético: Toni; Chamot, Santi, Gamarra, Capdevila; Philipauskas (Lardín, m. 70), Hugo Leal (Baraja, m. 75), Valerón (Bejbl, m. 67), Solari; José Mari y Hasselbaink. Goles: 0-1. M. 7. Solari remata a bocajarro un centro de José Mari desde la línea de fondo. 1-1. M. 59. De Paula, a pase de Rekarte. 2-1. M. 66. Bonilla resuelve un mano a mano con Toni. 3-1. M. 76. Bonilla, tras rechazar Toni un disparo de De Pedro. 4-1. M. 91. De Paula, de cabeza. Árbitro: Pérez Burrull. Expulsó a Chamot (m.71) por propinar un puñetazo sin balón a De Pedro. Amonestó a Guerrero, Idiakez, Hasselbaink, Capdevila, De Pedro y Rekarte. Unos 25.000 espectadores en Anoeta.

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La Real recuperó la autoestima en cuanto efectuó la lectura apropiada del partido. Emparedó a Valerón y ganó el terreno que cedió el Atlético, ya irremisiblemente condenado a la vulgaridad del esfuerzo. El Atlético que nació rico, intenso y profundo se arruinó por falta de autoestima y exceso de automatismo.

La Real siguió el camino inverso. Partiendo del vacío, recondujo el partido a una indagación permanente de caminos, donde obraba por igual la inteligencia y el desgaste. Guerrero e Idiakez igualaban la energía del choque ante el debutante Hugo Leal (su hoja de servicios quedó vacía) o el argentino Solari. De Pedro hacía el resto y Bonilla aprovechaba la inteligencia del donostiarra para presentarse en sociedad.

El partido lo rompió la Real por los cuatro costados: astilló al Atlético hasta hacer naufragar a Gamarra, un ilustre muy mal acompañado, y acabó destrozando a un equipo que fue incapaz de rematar en toda la segunda mitad, salvo en una falta ejecutada ilegalmente a gol por Solari.

La Real ejerció un auto de fe, oficiado por Bonilla y De Pedro.El primero, sucediendo con dos goles otros tantos fallos clamorosos previos. El segundo, por demostrar una obviedad a la que Ranieri y sus discípulos parecen alérgicos: el esfuerzo y la inteligencia no se repelen, sino que se engrandecen.

Krauss ganó, por vez primera a Ranieri, y lo hizo con sus armas: con esfuerzo, con presión, con el cuentakilómetros sobrepasado. Pero también con la inteligencia, la habilidad y la autoconfianza. Todo lo que el Atlético enseñó en diez minutos, se lo devolvió la Real corregido y aumentado, hasta ridiculizarlo en exceso. Ni le perdonó la goleada. Todo un desaire.

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