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El tablero como utopía

El ajedrez viviente de Xàbia se desprendió ayer de su retórica épica. "La partida concluye en tablas. No hay vencedores ni vencidos", clamó ayer la narradora. El primer astronauta español y premio Príncipe de Asturias, Pedro Duque, y el campeón escolar de ajedrez de la localidad, Darío Martín, acababan de recrear en la escollera de poniente del puerto ante 3.000 personas el último movimiento de la partida que en 1996 disputaron Gary Kasparov y Miguel Illescas. La reciente guerra de Kosovo disuadió a los organizadores de repetir las tramas bélicas (blancas contra negras) de las tres ediciones ...

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El ajedrez viviente de Xàbia se desprendió ayer de su retórica épica. "La partida concluye en tablas. No hay vencedores ni vencidos", clamó ayer la narradora. El primer astronauta español y premio Príncipe de Asturias, Pedro Duque, y el campeón escolar de ajedrez de la localidad, Darío Martín, acababan de recrear en la escollera de poniente del puerto ante 3.000 personas el último movimiento de la partida que en 1996 disputaron Gary Kasparov y Miguel Illescas. La reciente guerra de Kosovo disuadió a los organizadores de repetir las tramas bélicas (blancas contra negras) de las tres ediciones anteriores. Desde el primer movimiento de un peón blanco tejieron un alegato pacifista: la utopía de que con el siglo XX acabarán las guerras y en el futuro las naciones zanjarán sus diferencias sobre un tablero. Después de 40 minutos de partida, los 32 niños que ejercían de caballos, álfiles o torres se reunieron en el centro del tablero como buenos amigos.

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