La caverna de Platón
Imaginad una escena similar al mito de la caverna de Platón, aunque con alguna variación: los prisioneros observan ahora desde cómodas butacas y sin ligaduras una pantalla de cine o televisión.Simbólicamente esto es lo que ocurre en la actualidad. Por muy pobre que sea una familia, es extraño que carezca de televisor. Son, pues, los dos canales de llegada a la población más difundidos; los instrumentos más efectivos para el control social y tergiversar la verdad. Los hombrecillos de la tapia, los falseadores de la realidad, son poderosos: los dirigentes, las empresas, la Iglesia. Mas hay un ca...
Imaginad una escena similar al mito de la caverna de Platón, aunque con alguna variación: los prisioneros observan ahora desde cómodas butacas y sin ligaduras una pantalla de cine o televisión.Simbólicamente esto es lo que ocurre en la actualidad. Por muy pobre que sea una familia, es extraño que carezca de televisor. Son, pues, los dos canales de llegada a la población más difundidos; los instrumentos más efectivos para el control social y tergiversar la verdad. Los hombrecillos de la tapia, los falseadores de la realidad, son poderosos: los dirigentes, las empresas, la Iglesia. Mas hay un caso que sobresale entre todos. Para conocerlo sólo hay que fijarse en los créditos de la mayoría de las películas y teleseries: Estados Unidos.
Los estadounidenses no necesitan su poderoso Ejército para controlarnos, les basta con los medios visuales. Estados Unidos puede agredir a un país, robarle su petróleo, su fruta, su cobre, derrocar a su presidente elegido democráticamente, pero el resto del mundo ni nos inmutamos, porque en todas las películas siempre serán los "buenos". Los "malos" son los indígenas, los vietnamitas, los rusos, los iraquíes. También conocemos su efímera historia y sus costumbres; en cambio, ellos ignoran las nuestras. En conclusión, estamos siendo manipulados y no somos conscientes de ello.-