Los reformistas iraníes dudan del "suicidio" de un ex espía conservador

Teherán ha acogido con incredulidad la noticia del suicidio de Said Emami, el antiguo funcionario de los servicios secretos acusado de haber participado el pasado año en el asesinato de al menos cinco intelectuales liberales iraníes. La prensa local aseguraba ayer sin tapujos que detrás de este "suicidio", acaecido la semana pasada en una prisión de máxima seguridad, hay "demasiados interrogantes", sobre todo porque existen evidentes relaciones entre el muerto y los "círculos del poder". "¿Cómo se pueden cerrar los ojos ante el suicidio de ese que ha sido el principal autor de los asesinatos ...

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Teherán ha acogido con incredulidad la noticia del suicidio de Said Emami, el antiguo funcionario de los servicios secretos acusado de haber participado el pasado año en el asesinato de al menos cinco intelectuales liberales iraníes. La prensa local aseguraba ayer sin tapujos que detrás de este "suicidio", acaecido la semana pasada en una prisión de máxima seguridad, hay "demasiados interrogantes", sobre todo porque existen evidentes relaciones entre el muerto y los "círculos del poder". "¿Cómo se pueden cerrar los ojos ante el suicidio de ese que ha sido el principal autor de los asesinatos [Said Emani]?", se preguntaba ayer el periódico Jordad, portavoz del movimiento reformista del presidente Mohamad Jatamí. La perplejidad del editorialista de Jordad es compartida por los responsables del diario, también moderado, Sob E Emruz, donde se aseguraba que, detrás de este suicidio, "hay demasiados interrogantes" como para que el fiscal de los tribunales militares, el ayatolá Mohamad Niazi, pida a los medios de comunicación silencio.

Said Emami -el ex funcionario de los Servicios Secretos iraníes que se suicidó en los lavabos de la prisión tras ingerir un producto depilatorio- había sido detenido el pasado mes de enero, junto con otros 26 guardas de la Revolución, acusado de formar parte de un grupo clandestino bautizado con el nombre de Al Qods (Jerusalén) que habría recibido la orden religiosa (fatua) de asesinar y atentar contra ciudadanos e intelectuales liberales, seguidores del presidente Mohamad Jatamí y opuestos al Guía Supremo de la Revolución, el ayatolá Ali Jamanei.

El prisionero, un ex estudiante en una universidad de Estados Unidos durante los años de la Revolución Islámica, conocido también con el falso nombre de Said Eslami, habría llegado en los últimos años a tener un puesto privilegiado en el organigrama de los servicios secretos gracias al apoyo del ex ministro de Información, el conservador Ali Fallahian, y desde cuyo despacho se impulsó la creación del grupo antirreformistas.

Un "ejército" clandestino

La operación más audaz de Emami y sus hombres fue el asesinato, el pasado 21 de noviembre, del intelectual laico Dariush Foruhar, de 70 años de edad, y de su esposa, Parvaneh, ambos dirigentes del Partido del Pueblo Iraní. Los dos fueron asesinados de 11 y 24 puñaladas, respectivamente, en su domicilio de Teherán, iniciándose así una serie de misteriosas muertes por estrangulamiento de varios otros intelectuales liberales, entre ellos tres escritores y el militante defensor de los derechos humanos Piruz Davani. Los miembros de este ejército clandestino, Al Qods, dirigieron también ataques contra turistas extranjeros, salas de cine, redacciones de periódicos, editoriales y contra todo lo que pudiera suponer un centro de agitación del movimiento reformista, provocando con ello una escalada de tensión y de alarma que desencadenó la dimisión del ministro de Información y de algunos de sus colaboradores.

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