Tribuna:

Eternidad

MIQUEL ALBEROLA Cumpliendo con una tradición casi tan arraigada como el Corpus, el candidato más veterano a la presidencia a la Generalitat, Pere Mayor, ha desplazado hacia el sistema toda la culpa sobre el revés sufrido en las urnas por la opción que representa desde tiempo casi fósil, ahora con el nombre de Bloc Nacionalista Valencià. Como cada dos días después de las elecciones, tras varios fracasos ante las urnas, otra vez el listón del 5%, urdido por Fernando Abril Martorell, y bendecido por Joan Lerma, para evitar que los grumos de la descomposición de UCD lograsen incrustarse en el Par...

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MIQUEL ALBEROLA Cumpliendo con una tradición casi tan arraigada como el Corpus, el candidato más veterano a la presidencia a la Generalitat, Pere Mayor, ha desplazado hacia el sistema toda la culpa sobre el revés sufrido en las urnas por la opción que representa desde tiempo casi fósil, ahora con el nombre de Bloc Nacionalista Valencià. Como cada dos días después de las elecciones, tras varios fracasos ante las urnas, otra vez el listón del 5%, urdido por Fernando Abril Martorell, y bendecido por Joan Lerma, para evitar que los grumos de la descomposición de UCD lograsen incrustarse en el Parlamento, es la coartada perfecta para cuadrar con éxito el balance de otra derrota. Así el asunto, Mayor no descarta volver a encabezar la candidatura a la presidencia de la Generalitat dentro de cuatro años, en el 2003, puesto que el Bloc ha logrado más de cien mil votos, lo que configura un hito ideal para edulcorar el chasco, echar una siesta sobre este colchón de laurel y solapar la incapacidad del candidato para penetrar en las Cortes aun en la coyuntura más propicia de la historia del nacionalismo valenciano y con los mayores y suculentos apoyos (con vistas a Europa y daños a terceros, claro) para ello. Una vez más, Mayor, a pesar de no haber podido compensar con carisma de líder las décimas que separan a la formación de las Cortes, saca pecho y se postula más allá de los siglos, insinuando una eternidad que los dirigentes de otros partidos sin duda aplauden, porque constituye, en el mejor de los casos, una garantía de enquistamiento para una formación que con este lastre no tiene muchas más salidas que sumirse en la moral del 3% e hinchar alguna diástole hasta rozar el límite a instancias de los intereses electorales de otros, para luego contraerse hacia la intimidad del núcleo insoluble habitual. Aunque siempre quedará la posibilidad de que Zaplana, por generosidad turística, abra un área temática a este drama sacrolírico en Terra Mítica, donde podría constituir una atracción de interés para el gremio (Eliseu podría poner autobuses con descuento para socios de Acció Cultural), junto a la recreación en dioramas de algunos de los evangelios, milagros y parábolas más sentidas del movimiento.

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