Pujol respaldará al PP en Madrid aunque admite que su apoyo le ha costado votos

Tras los malos resultados de Convergència i Unió (CiU) en las elecciones, el partido de Jordi Pujol, Convergència Democràtica, ha llegado a la conclusión que tanta connivencia con el Partido Popular (PP) le perjudica. La estrategia, que requerirá ciertos malabarismos, será seguir apoyando a los populares en Madrid a la vez que se distancian de ellos en Cataluña, manteniendo la doctrina nacionalista de fondo y respetando en los ayuntamientos la lista más votada. No obstante, la nueva estrategia no resistió su primera prueba: CiU y PP le arrebataron ayer la alcaldía de Cambrils a los socialistas...

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Tras los malos resultados de Convergència i Unió (CiU) en las elecciones, el partido de Jordi Pujol, Convergència Democràtica, ha llegado a la conclusión que tanta connivencia con el Partido Popular (PP) le perjudica. La estrategia, que requerirá ciertos malabarismos, será seguir apoyando a los populares en Madrid a la vez que se distancian de ellos en Cataluña, manteniendo la doctrina nacionalista de fondo y respetando en los ayuntamientos la lista más votada. No obstante, la nueva estrategia no resistió su primera prueba: CiU y PP le arrebataron ayer la alcaldía de Cambrils a los socialistas, los más votados.

La coalición nacionalista ha visto reducido su apoyo electoral en un 3,5%, lo que representa la pérdida de casi 200.000 votos, 125.000 de los cuales corresponden a la ciudad de Barcelona. La ejecutiva de Convergència (CDC) analizó ayer, en medio de un clima de frustración y nerviosismo, los resultados obtenidos el pasado domingo. La reunión duró más de tres horas y contó con una veintena de intervenciones, todas ellas en un mismo sentido: la necesidad de marcar distancias con el PP y evitar así una imagen que tanto, aseguran, les ha perjudicado. Aunque se intenta separar el desastre de Barcelona del análisis del resto de Cataluña, lo cierto es que ningún miembro de la ejecutiva convergente evaluó los resultados positivamente. A lo sumo, los consideraron un motivo para la reflexión y les restaron trascendencia respecto a las autonómicas de otoño. En su comparecencia ante la prensa, los distintos líderes de CDC intentaron minimizar la derrota. "No hay indicadores de cambio y mucho menos de la barrida que anunció Maragall", declaró el secretario general del partido, Pere Esteve. Tan solo Jordi Pujol se atrevió a señalar que "algo chirría en el partido". Evitar coletazos CDC no quiere un cambio de rumbo del discurso nacionalista tal como le reclaman los socios de Unió Democràtica (UDC). Habrá moderación en las formas pero solidez en los principios ideológicos, cuya punta de lanza es la Declaración de Barcelona. Por ejemplo, hay que evitar, aseguró un miembro de la ejecutiva, formas estridentes, aunque el mensaje nacionalista debe seguir siendo consistente y unívoco. De aquí hasta otoño, CiU no se puede permitir coletazos políticos: aparecer en una foto con los nacionalistas vascos y gallegos y en otra con el presidente del Gobierno, José María Aznar. Jordi Pujol dio ayer su explicación cuantitativa: "Cuando el elector ha tenido que votar en términos políticos y no valorando la gestión, hemos [CiU] sacado 60.000 votos de diferencia". Es decir, CiU consiguió 60.000 votos más en las europeas (ideología nacionalista) que en las municipales (gestión). CDC considera positiva su colaboración con el Partido Popular en el Congreso, pero reconoce que ciertos "factores de connivencia" le han perjudicado electoralmente. Por ejemplo, el voto en contra a la reprobación del ministro de Fomento, Rafael Arias-Salgado, por el caos aeroportuario, o algunos pactos con los populares en diversos ayuntamientos catalanes. "La gente acepta que nosotros procuremos la estabilidad y la eficacia en el funcionamiento del Estado, lo que representa un activo, pero a la vez quiere evitar que en Cataluña el PP vaya más allá de ciertos límites", comentó Pujol. Un primer cambio de actitud se evidenciará la semana próxima en el debate del Estado de la Nación, en el que CiU se expresará en términos más críticos de lo habitual con el PP, según fuentes de la ejecutiva nacionalista. En los ayuntamientos se primarán los pactos con socialistas y ERC, en un intento de recuperar la maltrecha imagen por la pérdida del discurso de centro-izquierda. Pero ayer mismo el pacto con el PP en Cambrils arruinó el buen principio que quería CiU para su nueva orientación. Fuentes de la dirección del partido consideraron desafortunado este acuerdo. En los municipios de Banyoles y Salt, CiU está dispuesta a gobernar con ERC. En cambio, en Sant Cugat del Vallès, si el PSC no quiere el pacto, CiU lo ofrecerá a los populares. La nueva estrategia también pasará por un divorcio paulatino del PP en los asuntos que afectan a la política catalana, favorecido por la poca actividad prevista en el Parlament debido a la celebración de las autonómicas en otoño. Ante la actitud de los nacionalistas, ayer el PP se tomó la revancha en el Parlament. Apoyó una propuesta de la oposición para celebrar un pleno en julio, en plenas vacaciones parlamentarias, pese a la reticencia de CiU. El gesto se enmarca también en una reorientación estratégica del PP, que pretende ser baluarte contra el nacionalismo catalán. A pesar de los resultados, Pujol se mostró convencido de que reflotarán la situación en las autonómicas, pese a que su rival socialista será Pasqual Maragall.

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