Soñar es gratis

Los 17 partidos pequeños necesitan 75.000 votos por cada concejal de Madrid y el doble para un diputado

, Soñar y contar. Ilusión y cálculo. Tal es el espacio de sus afanes. Sueños para conseguir un puesto entre los grandes; cálculo para calibrar cuántos votos necesitan para satisfacer aquel deseo. Pequeños en recursos y grandes en anhelos, son los 17 partidos políticos madrileños que concurren a las elecciones municipales y autonómicas del 13 de junio y que no consiguieron representación en los últimos comicios. Sus responsables se quejan de que, por calificarlos de menores, se les condena a seguir siéndolo para siempre. El número de militantes de todos juntos cabe en un teatro madrileño. Pero ...

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, Soñar y contar. Ilusión y cálculo. Tal es el espacio de sus afanes. Sueños para conseguir un puesto entre los grandes; cálculo para calibrar cuántos votos necesitan para satisfacer aquel deseo. Pequeños en recursos y grandes en anhelos, son los 17 partidos políticos madrileños que concurren a las elecciones municipales y autonómicas del 13 de junio y que no consiguieron representación en los últimos comicios. Sus responsables se quejan de que, por calificarlos de menores, se les condena a seguir siéndolo para siempre. El número de militantes de todos juntos cabe en un teatro madrileño. Pero no les importa. Ellos dan testimonio de entusiasmo democrático. Cada partido tiene que conseguir hasta 75.000 votos para lograr un concejal en el Ayuntamiento de Madrid y otros 140.000 para adentrar un representante en la Asamblea de Madrid. El señor D"Hont es implacable con ellos. ¿Están sus maquinarias preparadas? La maquinaria del Partido Progresista Federal ha conseguido tender una cuerda frente a la entrada al Retiro, en la Puerta de Alcalá, donde cuelgan los retratos fotografiados de sus candidatos, que se bambolean al viento. El aparato que apoya a un candidato ecologista ha llenado Boadilla del Monte de carteles, "tantos, que de no ser papel reciclable, pareciera una campaña financiada por Papelera Española", comenta un vecino. La cabellera blanca de un candidato, con aspecto de senador estadounidense, entre banderas azules y estrelladas, puede verse sobre las paredes cercanas a buena parte de los cajeros automáticos del distrito Centro. Así operan los engranajes de estos partidos. Suelen contar con un restringido grupo de promotores. Son ellos, normalmente, quienes definen las grandes líneas del partido; además, buscan los adeptos, exploran recursos y telefonean a parientes y amigos para incorporarse a las listas. Hasta cinco apellidos iguales cabe ver en algunas de las listas. Transmiten por doquier su entusiasmo. Cada formación ha necesitado de 53 buenos amigos para integrar las listas de candidatos a las elecciones municipales de Madrid y 102 para las autonómicas. Amén de los tres suplentes de cada lista. Sus militantes, cuando realmente los tienen, suelen pagar no más de 1.500 pesetas de cuota mensual. Las donaciones escasean.

Pluralidad ideológica

Las diferencias entre unos partidos y otros son profundas. En cuanto a su ideología, los hay de corte derechista, como el Partido Demócrata Español, escisión del PP que preconiza un orden conservador sin compromisos con nacionalistas; algunos de sus dirigentes ocuparon cargos de importancia en el PP, como Carlos Ruiz Soto; los hay izquierdistas, como el Partido Comunista de los Pueblos de España, marxista duro, del que formara parte Pepa Flores, Marisol; y centristas, como Unión Centrista-Centro Democrático y Social, resultado de lo que fuera en su día la UCD, bisagra política durante la fase inicial de la transición. Hay dos de corte falangista, con lemas como "Todo el poder para los municipios". Ángel Matanzo, el ex concejal, figura en uno de ellos. Abundan los de cuño ecologista, como Los Verdes, el Partido Rojiverde o Los Verdes-Grupo Verde, que pugnan por atraer el voto de esta sensibilidad, tan repartida. Otros, como el Partido Humanista, ya veterano en las lides electorales madrileñas, caracterizado ahora por una oferta antiestadounidense, ha conseguido asociar su imagen al color anaranjado de sus banderolas, estampadas con una H. Compiten también federalistas, como Progresistas Federales, y regionalistas, como el Partido Regionalista Independiente de Madrid, del ex diputado Nicolás Piñeiro, o la Unidad Regional Independiente, así como el Partido de El Bierzo, formado por gentes de la región septentrional leonesa. Hay, asimismo, nacionalistas castellanistas, como Tierra Comunera-Partido Nacionalista Castellano. Luego hay una serie de difícil clasificación, como el Partido Unidad Ciudadana o el Partido de la Ley Natural, éste provisto de un ideario basado en la movilización de energía psíquica colectiva para fines políticos. "Siete mil expertos pueden contribuir a invertir el ritmo adverso de acontecimientos como la guerra en Kosovo", explica Francisco Bejarano, dirigente y candidato. Antes de salir a la arena de las elecciones, los pequeños partidos madrileños han debido acudir a la Junta Electoral Central, que, con gran economía normativa, regula sólo lo estrictamente necesario en cuestión de comicios. Allí presentaron sus listas -en las que cabe incluir apodos- más una relación paralela de aceptos, pliegos de conformidad de los candidatos con su designación, trámite para el que, por cierto, no existe formulario específico, explica Alejandro León, candidato del partido Los Verdes. "Contamos con homologación europea", señala León. Como novedad, este año no se ha exigido presentar certificado de antecedentes penales, comenta. Inscribirse como partido o coalición electoral no cuesta una peseta. Han de estar dados de alta en el Registro de Asociaciones, que carece de caducidad. Por ello, cualquier formación sin actividad alguna desde hace 15 años puede concurrir a las urnas. Y presentar la denominación del partido, junto a su anagrama y su logo. Luego se les asignan espacios publicitarios gratuitos. Si carecen de medios, el Estado, a través de la Junta Electoral, se los cede para la grabación de sus cuñas de radio y audiovisuales. Ahora, todos aguardan que los votantes de las 800 mesas electorales madrileñas reparen en las 4.500 papeletas que, según la ley, han de hallarse en cada colegio electoral. Todos anhelan la dorada caricia de la fortuna. Contar y soñar.

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