Tribuna:

A votar

El próximo domingo 13 los andaluces hemos de decidir sobre nuestros representantes políticos en dos de los cuatro niveles de gobierno existentes. Como europeos, y dentro de la circunscripción única de España, participamos en la elección de los parlamentarios europeos, y en cada uno de nuestros pueblos y ciudades elegimos a los concejales y de su mano a los alcaldes, los diputados provinciales y su presidencia. Los dos niveles de participación política que ahora se renuevan son los extremos de la representación. En uno reside, cada día más, el control político de las instituciones más lejanas ...

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El próximo domingo 13 los andaluces hemos de decidir sobre nuestros representantes políticos en dos de los cuatro niveles de gobierno existentes. Como europeos, y dentro de la circunscripción única de España, participamos en la elección de los parlamentarios europeos, y en cada uno de nuestros pueblos y ciudades elegimos a los concejales y de su mano a los alcaldes, los diputados provinciales y su presidencia. Los dos niveles de participación política que ahora se renuevan son los extremos de la representación. En uno reside, cada día más, el control político de las instituciones más lejanas a los ciudadanos, las de la Unión Europea. El Parlamento Europeo es la única institución europea elegida directamente por los ciudadanos, y los sucesivos tratados de la Unión van dándole cada vez más prerrogativas para cubrir el déficit democrático del resto de instituciones europeas. En sus manos va a estar el control de los Fondos Estructurales y de Cohesión y de las subvenciones agrícolas, dos elementos de suma relevancia para el presente y el futuro del desarrollo de Andalucía. En el otro extremo el poder local, los ayuntamientos, las administraciones más cercanas al ciudadano. Las que han de garantizar la limpieza, mantenimiento y seguridad de nuestras calles, las que controlan el tráfico, las que suministran el agua y el alumbrado público y nos recogen las basuras, las que gestionan el transporte público. En definitiva, las que hacen nuestra vida más vivible. Entre ambas representaciones políticas apenas se afecta un cuarto del gasto público. Sin embargo, unas en la cercanía y otra en la distancia, reflejan la voluntad popular, contribuyen a nuestro bienestar, nos dan sentido de pueblo, son ejemplo de que la democracia es la esencia de la convivencia y definen unos valores que ya, por fortuna, forman parte del patrimonio de la Europa y España en paz. Puede que no nos gusten los candidatos o que estemos cansados de corruptelas e ineficiencias, pero no hay mejor forma de hacer valer nuestra voluntad que dedicar unos minutos a meter un sobre en una urna. Así que el próximo día 13, a votar.LUIS ÁNGEL HIERRO

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