Etxebarria confirma en su jardín

Cuando alguien reclama galones y oportunidades para lucirlos, como David Etxebarria en este caso, expone su credibilidad. Lo más complicado es no balbucear allí donde antes se ofrecían discursos confiados y en ese examen se descosen los falsos atributos. Etxebarria se ha pasado las dos últimas temporadas reclamando en cabeza del pelotón la posibilidad de trabajar para sí mismo. Difícil cuando se comparte maillot con Jalabert, siempre dispuesto a ganar. Con Abraham Olano es otra cosa, y el matiz ha colocado al aspirante a figura ante la ocasión soñada: líder de su equipo en una prueba de nivel....

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Cuando alguien reclama galones y oportunidades para lucirlos, como David Etxebarria en este caso, expone su credibilidad. Lo más complicado es no balbucear allí donde antes se ofrecían discursos confiados y en ese examen se descosen los falsos atributos. Etxebarria se ha pasado las dos últimas temporadas reclamando en cabeza del pelotón la posibilidad de trabajar para sí mismo. Difícil cuando se comparte maillot con Jalabert, siempre dispuesto a ganar. Con Abraham Olano es otra cosa, y el matiz ha colocado al aspirante a figura ante la ocasión soñada: líder de su equipo en una prueba de nivel. Ayer confirmó la legitimidad de sus exigencias. Vestido con el maillot de líder, Etxeberria completó ayer una de las contrarrelojes más satisfactorias de su carrera para sentenciar moralmente una carrera finiquitada (salvo imprevistos poco probables camino de Arrate, hoy). Sin exhibiciones -de eso se encarga su compañero Olano, vencedor ayer y reconfortado en su peregrinar hacia el Tour-, el líder de la prueba, habitualmente correcto en el ejercicio solitario, firmó el tercer mejor tiempo para demostrar, una vez más, que sobre la bicicleta pedalean tanto las piernas como la voluntad. Tanto él como Alberto Martínez, los dos que se discutían el liderato, compartían motivaciones gemelas: estrechar su relación con el éxito, revelarse a sí mismos como apuestas seguras. Pero el corredor de Euskaltel se atascó en la empresa, las piernas menos ágiles de lo acostumbrado para mover un desarrollo durísimo. Corría para robar un maillot y no para defenderlo como en el Midi Libre, la pasada semana, donde firmó un segundo puesto impensable en la contrarreloj. Etxeberria corría en su jardín, por carreteras recorridas a diario en sus entrenamientos. El de Abadiño tenía en esta ocasión motivos sobrados para hacerse más violencia de la acostumbrada, su forma de suplir una morfología que le niega etiquetas: pequeño, pero de musculatura demasiado explosiva para ser un escalador de largo aliento; potente, pero no lo suficiente para imponerse con facilidad. No es un especialista de nada, pero empieza a acostumbrarse a destacar en cualquier escenario: es rápido, eficaz en ascensiones medias y desde ayer contrarrelojista sobresaliente. Un poco al estilo de Jalabert, su modelo confesado. Los límites de Osa Igualmente concernido por la discusión, Unai Osa partía sin embargo con la carga de la duda y de un físico (menudo) aparentemente en conflicto con la potencia requerida en un trazado llano. Aclaró sus dubitaciones con un tiempo que le aleja casi definitivamente del primer peldaño del podio. Como Escartín, quien ayer volvió a evidenciar sus progresos en una disciplina para él complicada, Osa deberá matricularse en la escuela de contrarrelojistas, sección escaladores, para aprender a limitar las pérdidas y rentabilizar lo amasado en las cuestas. Camino de Arrate, con tres puertos de primera y uno de segunda en el menú, existen razones y localizaciones para que se señalen aquellos en disconformidad con el nuevo papel de David Etxeberria.

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