Crítica:CRÍTICA TEATRO

La fuerza del cariño

Amor sagrado De Ken Wilber. Intérpretes, Begoña Sánchez, Oscar Mira, Joan Bertrán. Iluminación, Pep Acosta. Vestuario, Jorge Castelli. Escenografía, Merbau. Adaptación y dirección, José Ramón Pérez. Teatro Rialto. Valencia.Casi en cada sobremesa de los días laborables echan en la pequeña pantalla una de esas aseadas telemovies al alcance de todos los sentimientos donde una mujer, preferiblemente joven todavía y de clase media, va y descubre que padece un cáncer más o menos irreversible, y entonces las dudas y los sufrimientos y esa moralina que hace enfermar a los que gozamos de buena salud y...

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Amor sagrado De Ken Wilber. Intérpretes, Begoña Sánchez, Oscar Mira, Joan Bertrán. Iluminación, Pep Acosta. Vestuario, Jorge Castelli. Escenografía, Merbau. Adaptación y dirección, José Ramón Pérez. Teatro Rialto. Valencia.Casi en cada sobremesa de los días laborables echan en la pequeña pantalla una de esas aseadas telemovies al alcance de todos los sentimientos donde una mujer, preferiblemente joven todavía y de clase media, va y descubre que padece un cáncer más o menos irreversible, y entonces las dudas y los sufrimientos y esa moralina que hace enfermar a los que gozamos de buena salud y esa temible ordalía de sentimentalismo mezclado con "cabasaes de poesia" que tanto ha hecho prosperar la actitud iconoclasta. Este Amor sagrado que llega a la sala Rialto en plena liquidación por fin de temporada ofrece todo ese recetario junto, pero en una versión así como de andar por casa. No se sabe por qué razón la compañía se ha molestado en adaptar una novela para hacer su montaje, ya que habría bastado con mezclar los ingredientes de uso más común en esta clase de relatos para construir lo mismo, lo que habría tenido además la compensación de hacerse con la autoría, aún a costa de renunciar al temible membrete "basado en una historia real". Todo lo que se hace, y hasta lo que se sueña, está basado en una historia real, sólo que unos lo dicen y otros no, y sólo los que desconfían de los poderes de su imaginación recurren a esa argucia para subrayar una verosimilitud ausente de otro modo. Nada nuevo Amor sagrado no añade nada al problema, tremendo, que trata de reflejar, únicamente lo refleja a su manera y con sus medios, y tampoco añade nada, y eso es bastante más grave, a la recreación escénica de un asunto de ese tipo, de manera que su pertinencia queda algo en entredicho. Querer "concienciar" a los espectadores acerca del malestar ajeno es una empresa encomiable, sin duda, pero requiere de la habilidad para estremecer al público si quiere unir la efectividad a su alarde de buenas intenciones. También enferma la sensiblería.

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