ELECCIONES EN ISRAEL

Los grandes partidos sufren un importante retroceso en las elecciones parlamentarias

Los dos grandes partidos parlamentarios de Israel, el Likud y el Laborista, registraron ayer significativos retrocesos en las elecciones legislativas, celebradas al mismo tiempo que las de primer ministro. El descalabro más importante lo sufrió el ex partido gubernamental Likud, que perdió al menos 14 escaños, mientras que los laboristas bajaban a lo sumo uno o dos diputados. Los grandes vencedores de estas elecciones han sido las organizaciones menores, en especial el partido ultrarreligioso sefardí Shass, liderado por los rabinos Arieh Deri y Yosef Ovadia, que ha conseguido 15 diputados -fre...

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Los dos grandes partidos parlamentarios de Israel, el Likud y el Laborista, registraron ayer significativos retrocesos en las elecciones legislativas, celebradas al mismo tiempo que las de primer ministro. El descalabro más importante lo sufrió el ex partido gubernamental Likud, que perdió al menos 14 escaños, mientras que los laboristas bajaban a lo sumo uno o dos diputados. Los grandes vencedores de estas elecciones han sido las organizaciones menores, en especial el partido ultrarreligioso sefardí Shass, liderado por los rabinos Arieh Deri y Yosef Ovadia, que ha conseguido 15 diputados -frente a los 10 anteriores- en una Cámara de 120 miembros, convirtiéndose en la tercera fuerza paralamentaria.

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El partido Likud, que en el antiguo Parlamento contaba con 32 diputados, se habría quedado con sólo 18 escaños, según se desprende de los primeros resultados electorales difundidos esta madrugada. Los votos perdidos por Netanyahu habrían ido a parar a la organización ultraortodoxa Shass, que aglutina un importante sector de la población sefardí procedente de Marruecos y que se encuentra coliderado por el rabino Arieh Deri, recientemente condenado a cuatro años de cárcel por un delito de malversación de caudales públicos cometido en la época en que era ministro de Interior, durante el Gobierno laborista."Nuestra campaña electoral se ha basado en la defensa de nuestro líder condenado injustamente", aseguraba ayer un militante de Shass, tratando de explicar las razones de su éxito en los comicios. Pero la clave del éxito de Shass parece residir sobre todo en la naturaleza y estructura de un partido que, creado en 1984, ha tenido como principal objetivo el de dar asistencia a los sectores de la población más necesitada. Shass ha puesto en pie en los últimos años una importante red hospitales, escuelas, residencias para ancianos y guarderías, en una fórmula similar a la creada en su día por la organización integrista islámica Hermanos Musulmanes. Ello le permite contar con un electorado fiel y disciplinado, que es en definitiva el destinatario de la ayuda asistencial.

El partido Shass combina a la perfección sus actividades caritativas con la protección a ultranza de los valores judíos y la defensa del proceso de paz con los palestinos. Los dirigentes radicales religiosos de este partido basan su defensa en el proceso de paz en un principio bíblico que asegura que "una vida humana es más importante que la tierra", pero además esta comunidad sefardí no esconde su simpatía hacia la causa palestina, herencia de su antigua convivencia con los árabes, sobre todo en el Magreb, de donde son en su mayoría originarios.Shass, que había ofrecido su apoyo a la candidatura de Netanyahu como primer ministro, a cambio del control de diversos ministerios claves, como el de Interior o el de Emigración y Vivienda, se convertirá en una fuerza importante en el Parlamento, que difícilmente podrá ser obviada por los laboristas, cuando formen Gobierno.

El avance espectacular de los ultraortodoxos de Shass en las elecciones legislativas celebradas ayer no lleva consigo, a primera vista, un avance de las fuerzas radicales judías en el Parlamento, ya que todos los diputados religiosos sumados en la anterior candidatura eran 24, los mismos que ahora.

La gran sorpresa electoral de la jornada la ha constituido el avance de las formaciones laicas, de izquierda y de centro, defensoras a ultranza del proceso de paz. El liderazgo de este triunfo se lo otorga una minúscula formación, el reestructurado Shinui, liderado por el periodista Yosef-Tommy Lapid que, de una manera violenta y valiente, ha emprendido la defensa de la comunidad laica israelí, diciendo en voz alta lo que los partidos de izquierda, Laboristas incluidos, se han venido callando por razones de táctica electoral. Shinui podría alcanzar los seis diputados en la nueva Cámara, mientras que los laicos de Meret se mantendrían con 9 o 10 escaños, a los que habría que sumar los cinco nuevos diputados del Partido de Centro, de Isaac Mordejai.

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La pérdida de votos del laborismo -que a pesar de todo mantendrá 32 o 33 de sus 34 escaños- y el deslizamiento del Likud han consolidado en definitiva una característica importante del Parlamento de Israel: su fraccionamiento y atomización.

En la Cámara hay representadas un total 15 fuerzas políticas -dos más que en el anterior legislatura- de las que 11 cuentan con menos de seis diputados. Esta disgregación es el resultado directo de dos fenómenos; la participación de una cifra récord de participantes en estas elecciones, 31 organizaciones y partidos, y, por otra parte, la consolidación de un nuevo mecanismo electoral que ya fue ensayado en 1996, por el que se vota de manera separada al primer ministro, perteneciente a una organización mayoritaria, y al Parlamento para propiciar la apuesta de los votantes por los partidos.

La atomización de las fuerzas parlamentarias obligará una vez más, al nuevo primer ministro, a firmar un pacto de alianzas con fuerzas dispares, en aras a la gobernabilidad del país. De todas formas, se observan dos bloques principales, el que podríamos denominar de centro-izquierda, que permitiría a Barak contar con 72 diputados (los 33 del laborismo, más los 10 del frente pacifista, 13 de varios partidos de centro, siete árabes, seis del Shinui y los tres del Partido de los Trabajadores), y otro conservador articulado en torno al Likud, los partidos religiosos, los ultranacionalistas y los rusos.

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