"Tardaremos más de 20 años en recuperar el río Segura"

Le brillan los ojos cuando recuerda que, de niño, se bañaba en el río que cruza su pueblo mientras de lejos veía cómo sus paisanos pescaban anguilas desde el Puente Viejo, donde antaño existía un remanso en el que se amarraban las barcas. Por el cauce del Segura hoy bajan otras cosas, y desde luego nada vivo. El catedrático Manuel Nieves Ruiz, oriolano de cuna, es hoy un académico vapuleado por la clase política, ecónomica e incluso por compañeros de departamento tras haber alertado sobre la peligrosa contaminación del río, en cuyas aguas detectó niveles alarmantes de metales pesados y otros e...

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Le brillan los ojos cuando recuerda que, de niño, se bañaba en el río que cruza su pueblo mientras de lejos veía cómo sus paisanos pescaban anguilas desde el Puente Viejo, donde antaño existía un remanso en el que se amarraban las barcas. Por el cauce del Segura hoy bajan otras cosas, y desde luego nada vivo. El catedrático Manuel Nieves Ruiz, oriolano de cuna, es hoy un académico vapuleado por la clase política, ecónomica e incluso por compañeros de departamento tras haber alertado sobre la peligrosa contaminación del río, en cuyas aguas detectó niveles alarmantes de metales pesados y otros elementos tóxicos. Su informe ha llegado a manos de las autoridades europeas, mientras en casa se le acusa de crear alarma social y poner en peligro la principal fuente de ingresos de la Vega Baja: la agricultura. Después de ver cómo se cuestionaba su profesionalidad, este catedrático del área de Edafología y Química Agrícola de la Universidad Miguel Hernández, se ha decidido a hablar con claridad. Diplomático en exceso, se ratifica en su investigación y asegura: "En 20 años hemos matado el Segura". Recuperarlo requerirá mucho más tiempo, y miles de millones de pesetas. ¿Culpables? "Todos". Pregunta. ¿Qué valoración hace de la polémica que ha suscitado su investigación? Respuesta. Han tratado de desprestigiarme científicamente, cuando en realidad lo que tenían que haber hecho es abordar las posibles soluciones a la situación. En absoluto ha habido falta de rigor en mi trabajo, que sigue siendo válido. P. Desde que EL PAÍS publicó su investigación, se ha organizado un movimiento político-económico-social en su contra. Parece que ha tocado la fibra sensible de mucha gente. R. Indudablemente el problema es grave, y quizás la proximidad de unas elecciones políticas ha desatado unas reacciones desmesuradas y ajenas a la solución del problema. P. ¿Cómo está el Segura? R. Es un enfermo muy grave. A los datos de contaminación orgánica y de salinidad que ya conocíamos, se añaden ahora las sustancias peligrosas, como el cadmio. P. El jefe de su departamento, el profesor Jorge Mataix, le ha acusado de utilizar sin permiso unos análisis ajenos y de interpretar erróneamente unos resultados incompletos. R. Sí, y quiero aclarar algunas cosas. Yo recibí, por parte de Rafael Martínez Campillo , un paquete de 50 análisis para su interpretación respecto al cumplimiento de las normativas europea y española sobre al contenido en el Segura de elementos de la llamada Lista 1, una relación de metales pesados y otros elementos tóxicos que se consideran peligrosos. Mi informe se limita por tanto a decir cuál es el límite establecido en las legislaciones como objetivo de calidad de un río. Los 50 análisis que me entregan para evaluar superan el valor de cinco microgramos por litro de cadmio que se permiten, llegándose a alcanzar un valor máximo en la desembocadura de 176 microgramos por litro. No hay, por tanto, ninguna interpretación errónea en la comparación, y para nada influyen los caudales en cuanto a que se cumpla o no la legislación, que se limita a decir que nunca se deben superar esos niveles. P. ¿Y por qué insisten tanto la Confederación Hidrográfica y la Diputación de Alicante en que no tuvo usted en cuenta el caudal que discurría por el río cuando se tomaron las muestras? R. Porque quieren desviar, enmascarar o desvirtuar mi informe. Quieren desacreditar la validez del trabajo. En cuanto a la exactitud de los análisis que evalué, efectivamente fueron realizados por el equipo que dirige Jorge Mataix, y esos valores no han sido desmentidos. P. ¿Se ratifica pues en sus conclusiones? R. Si no se desmienten los valores, la comparación es válida. Es cierto que sólo evalué los análisis correspondientes a los cuatro primeros meses de una investigación más prolongada, y en ese sentido no está completo el estudio, pero no es sesgado porque no se han seleccionado los análisis. P. ¿Cree que si hubiera dispuesto de más análisis el resultado sería distinto? R. A la vista de los datos que se han ido publicando en la prensa respecto a otros meses, si se hacen valores medios parece que los niveles van aumentando. P. Es decir que en julio, fecha en la que el profesor Jorge Mataix finalizará su estudio, las conclusiones pueden darle la razón. R. Efectivamente, porque los valores medios están dando ahora, claramente, por encima de los cinco microgramos de cadmio por litro. P. Pues explíqueme: ¿quién oculta qué y por qué? R. Indudablemente este nuevo dato de contaminación es grave, y es lógico que los agricultores estén nerviosos por si afectan a sus ventas, y sin embargo conviene aclarar que el proceso por el cual el cadmio que hay en el agua de riego se iría acumulando en los suelos es lento, no menos de 10 o 12 años, y se deben tomar medidas para evitar que esto suceda, puesto que luego requeriría soluciones más difíciles. A corto plazo los efectos no se apreciarían. P. ¿Tanto poder tienen los agricultores para movilizar en su contra a tantas instituciones? R. Tenga en cuenta que toda la economía de la comarca está basada en la agricultura, y de ahí que tenga una gran importancia el problema. P. ¿Cómo es posible que a partir de idénticos análisis los expertos se pronuncien de forma tan dispar como lo hacen usted y el profesor Mataix? R. Yo me limité al aspecto del cumplimiento de las directivas española y europea. Valorar la situación real en cuanto al efecto del cadmio sobre el suelo y las plantas es algo que precisaría análisis más profundos. P. ¿Y alguien se encarga de ello? R. La Confederación ha empezado a hacer más análisis de agua, pero desconozco si se hacen del suelo y de las plantas, y sería conveniente para tranquilidad de todos. P. El rectorado de la Universidad Miguel Hernández, para la que usted trabaja, se ha apuntado a la campaña de desprestigio y no asume su investigación, que considera alarmista. R. En un principio la Universidad se desvinculó de mi informe, aunque después ha declarado que al tratarse de una comisión de servicios no ha pasado por la Comisión Gestora. La investigación es clara. En absoluto he pretendido alarmar a la población, pero el tema es grave. P. ¿Ha recibido apoyos? R. Sí, muchos. El mundo científico se ha sorprendido mucho de esta reacción y de algunas declaraciones, y he recibido apoyos por parte de investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas y de profesores, que no entienden que se me acuse en público de falta de rigor. P. ¿Está en disposición de asegurar que el riego con agua en la que se han detectado esos niveles de cadmio afectan a los cultivos? R. Hay muchos vertidos de tipo orgánico, con gran carga microbiana, que no hacen arriesgado utilizar esta agua en el riego de hortalizas, en el que el agua entra en contacto con las hojas. Pero los problemas de salinidad debido al exceso de fertilizantes y vertidos urbanos e industriales disminuyen el rendimiento de los cultivos, y el tema añadido del cadmio hacen más inadecuada esa agua para el uso agrícola. P. ¿Recomendaría que no se regara con el agua del Segura? R. No he dicho eso. No hay otra forma de mantener los cultivos en las zonas dependientes del río, pero indudablemente es urgente que se solucione el problema de la calidad y la cantidad de las aguas. La situación no es adecuada en absoluto, pero no regar quizás sería peor. P. ¿Existe peligro para la salud humana? R. No. Habría de momento un riesgo potencial, pero no hay datos de que ahora la situación comporte un peligro real. P. ¿Durante la reunión de la Comisión Provincial del Agua celebrada esta semana para debatir su informe, tuvo la sensación de que se trataba de una encerrona? R. Pues sí. Yo fui a aportar la información que tenía, pero la reunión se convirtió más en ataques al informe que al problema. P. Si fuera agricultor, ¿qué plantaría en una huerta regada por el Segura? R. El arbolado se ve menos afectado por la contaminación, y regaría con esa agua si no hubiera otra. P. ¿Se ha cerrado el capítulo? R. No. Es un tema suficientemente importante para que sea atendido por las instituciones. Eso es lo que deseamos todos. P. ¿Quién contamina el río Segura? R. Todos los vertidos, la falta de caudal, la carencia de depuración... Como el que dice, entre todos hemos colaborado a esta situación tan grave. P. ¿Tiene solución? R. Es difícil, y desde luego no a corto plazo. Yo prefiero ser optimista y pensar que llegaremos a ver el río como debía ser. P. Eso significa miles de millones de pesetas en inversión. R. Sé que implica mucho dinero, pero es absolutamente necesario que se invierta. P. ¿Podemos situar en una fecha concreta la degradación del Segura? R. A partir de los años ochenta empieza a ser grave la situación, pero es difícil concretar y fijar un cambio brusco en la situación. Ha sido un deterioro paulatino. P. ¿Hemos matado un río en veinte años? R. Sí, y la experiencia indica que tardaremos posiblemente más tiempo en recuperarlo. P. ¿Es partidario de hacer pagar a quien contamina? R. Soy partidario de que no se contamine. P. Observo que es usted muy diplomático. R. Pues siéndolo, fíjese usted la que me ha caído encima. P. ¿Vislumbra usted la posibilidad de que el presidente de la Diputación de Alicante, Julio de España, se bañe en el Segura en el año 2000 como ha prometido? R. No creo que a tan corto plazo se pueda alguien bañar en el río. P. ¿Existe control sobre los vertidos contaminantes? R. Hay control, pero no el que debiera. P. ¿Y a quién compete? R. Indudablemente, a la Confederación Hidrográfica del Segura.

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