FÚTBOL 29ª jornada de Liga

El Madrid certifica su ruindad

Catástrofe blanca en Balaídos, donde el Celta jugó a su antojo ante un rival inexistente

El Madrid no sólo abandonó en Balaídos toda esperanza de alcanzar al Barcelona, sino que dilapidó definitivamente la escasa credibilidad que le restaba. En Vigo, el Madrid certificó su estado de ruindad y rubricó lo que ya se intuía: el final de un ciclo que le otorgó el sueño dorado de la séptima Copa de Europa, pero durante el cual nunca llegó a explotar del todo las enormes posibilidades que le concedía su excelente nómina de futbolistas. Con apuntar que el Madrid recibió tres goles en el primer cuarto de hora, ya casi todo está dicho. Frente a una patética procesión de fantasmas, el Celta ...

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El Madrid no sólo abandonó en Balaídos toda esperanza de alcanzar al Barcelona, sino que dilapidó definitivamente la escasa credibilidad que le restaba. En Vigo, el Madrid certificó su estado de ruindad y rubricó lo que ya se intuía: el final de un ciclo que le otorgó el sueño dorado de la séptima Copa de Europa, pero durante el cual nunca llegó a explotar del todo las enormes posibilidades que le concedía su excelente nómina de futbolistas. Con apuntar que el Madrid recibió tres goles en el primer cuarto de hora, ya casi todo está dicho. Frente a una patética procesión de fantasmas, el Celta se recreó en ese fútbol de la mejor escuela que ha popularizado esta temporada.Tan mal andaba el Madrid que ya antes del partido se intuía que el Celta estaba ante una ocasión única para destrozar la reputación de su insigne adversario. Toshack no podía contar con Hierro, Roberto Carlos e Iván Campo, y si con ellos la defensa ya suele ser una sucursal de Cáritas, en su ausencia el ambiente se llenaba de presagios de catástrofe. Todos los temores se confirmaron plenamente en sólo unos minutos.

CELTA 5

REAL MADRID 1Celta: Dutruel; Míchel Salgado, Cáceres, Djorovic (Oskar Vales m. 80), Josema; Makelele, Mazinho; Karpin, Mostovoi (Tomás m. 83), Revivo (Sánchez m. 75); y Penev. Real Madrid: Illgner; Panucci, Sanchis, Karanka, Jarni; Karembeu, Redondo, Seedorf (Jaime m. 70), Guti (Morientes m. 27); Mijatovic (Savio m. 52) y Raúl. Goles: 1-0. M.7. Centro de Mostovoi desde la izquierda y Penev, entre los dos centrales madridistas, remata de cabeza y marca. 2-0. M. 11. Mostovoi saca un córner hacia Mazinho, quien, sólo ante la frontal del área, marca sin oposición. 3-0. M. 15. Mostovoi mete al interior del área para Penev, quien se zafa del acoso de Manolo Sanchis y remata por la escuadra. 3-1. M. 32. Magnífico pase de Jarni hacia Morientes, quien dentro del área, escorado hacia la izquierda, resiste la acometida de la defensa del Celta y marca de tiro cruzado. 4-1. M. 33. Mostovoi aprovecha un defectuoso despeje de tacón de Karembeu. 5-1. M. 61. Falta que saca Revivo, Illgner no logra atrapar y Penev recoge el rechace y marca. Árbitro: Japón Sevilla. Amonestó a Karanka y Karpin. Más de 30.000 espectadores en el estadio de Balaídos, prácticamente lleno.

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Desde el inicio, el Madrid ofreció un horroroso compendio de desatención, imprecisiones e indolencia. El equipo de Toshack, por ejemplo, pareció olvidarse de la existencia de Mostovoi, como si el ruso no fuera uno de los mejores futbolistas de esta Liga. Redondo estuvo más pendiente de fajarse con Mazinho y Makelele, y los defensas tampoco se dieron por enterados. En resumen, que Mostovoi campó a sus anchas por esa zona de nadie entre el centro del campo y la delantera, y los madridistas se limitaron a hacer de palmeros a su exhibición. Un verdadero suicidio, por supuesto: al cuarto de hora, el partido estaba resuelto gracias a tres goles que partieron de las botas del artista ruso.

Al margen de la intolerable inhibición ante Mostovoi, la defensa del Madrid se superó a sí misma. Veáse, si no, el segundo gol. Hasta los equipos de alevines aprenden al segundo entrenamiento que en los saques de esquina alguien debe quedar en la zona frontal del área para prevenir un posible disparo lejano del rival. Pero este Madrid ha olvidado los detalles más simples. Nadie se preocupó de Mazinho, próximo al semicírculo del área, Mostovoi se la dio desde la esquina y el brasileño no tuvo más que buscar un hueco para el remate. Por lo demás, los centrales madridistas concedieron toda clase de licencias a Penev, quien con sus tres goles se rehabilitó tras una etapa un tanto oscura.

No se debe restar mérito a un Celta que jugó con ese preciosismo ya habitual en Balaídos, pero pocas veces se va a encontrar con un adversario tan dispuesto a facilitarle la labor.

Ante la hecatombe, Toshack emprendió la huida hacia delante. Aún no se había cumplido la media hora y prescindió de Guti, que no estaba siendo precisamente de los peores, para reforzar el ataque con Morientes. Éste se estrenó con un alarde de instinto goleador para aprovechar un magnífico pase de Jarni, lo único bueno del Madrid en toda la tarde. El espejismo de una posible remontada duró dos minutos, el lapso que tardó el Madrid en volver a dejar solo a Mostovoi dentro del área. La segunda parte resultó una anécdota irrelevante, en la que el único interés residió en saber el tamaño de una goleada que para el Madrid sonó como un epitafio. El ciclo de la Séptima, con sus luces y sombras, concluyó ayer junto al mar de Vigo.

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