Obsesión por el blanco

Hacer la colada no es una tarea muy sofisticada, o al menos eso parece. Frente a otras actividades humanas es difícil imaginar que un puñado de ropa sucia, dando vueltas en una lavadora, constituya una amenaza para el medio ambiente. Sin embargo, se adoptan decisiones de gran repercusión ambiental cada día en 11 millones de hogares españoles, y de ellas depende el consumo energético, la cantidad de agua potable que se emplea o el volumen de residuos, sólidos y líquidos que genera. Por término medio, cada familia de cuatro personas lava, seca y plancha anualmente entre 700 y 800 kilos de ropa....

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Hacer la colada no es una tarea muy sofisticada, o al menos eso parece. Frente a otras actividades humanas es difícil imaginar que un puñado de ropa sucia, dando vueltas en una lavadora, constituya una amenaza para el medio ambiente. Sin embargo, se adoptan decisiones de gran repercusión ambiental cada día en 11 millones de hogares españoles, y de ellas depende el consumo energético, la cantidad de agua potable que se emplea o el volumen de residuos, sólidos y líquidos que genera. Por término medio, cada familia de cuatro personas lava, seca y plancha anualmente entre 700 y 800 kilos de ropa. En total se realizan casi 3.000 millones de lavados con un coste total superior a los 200.000 millones de pesetas. España, además, es el país europeo en el que mayor cantidad de detergente se consume por persona y año: cerca de 13 kilos. En Suecia, por ejemplo, no llegan a los 6 kilos, y sólo se nos acercan, con algo más de 11 kilos, nuestros vecinos portugueses y franceses. La fabricación de estos productos ronda las 500.000 toneladas, a cuya compra los consumidores destinan 115.000 millones de pesetas. En la factura energética el parque de lavadoras participa, cada año, con 1.750 millones de kilovatios/hora, el equivalente al consumo eléctrico doméstico de toda la provincia de Sevilla, aunque, con diferencia, somos el país que lava a más baja temperatura (30 grados de media, frente a los 60 de Grecia o los 50 de Suecia). Asimismo, los embalajes de detergentes suman casi 900 gramos por habitante y año, el doble de lo que se registra en Alemania, y eso que en los últimos 20 años los envases de estos productos han dividido su peso por tres. Código de conducta De forma voluntaria, aunque siguiendo las recomendaciones dictadas por la Comisión Europea, el sector de los detergentes se ha impuesto un código de buenas prácticas medioambientales con el que pretenden reducir el impacto ambiental de su actividad. Al mismo tiempo, se invita a los consumidores a cambiar algunos de sus hábitos de lavado, de forma que se reduzca el consumo de materias primas escasas y el vertido de residuos. En nuestro país la campaña está en manos de la Asociación de Empresas de Detergentes y de Productos de Limpieza, Mantenimiento y Afines (Adelma) que ya ha comenzado a distribuir, con el respaldo del Instituto Nacional de Consumo, diverso material divulgativo. El compromiso de Adelma persigue, en el horizonte del año 2001, reducir en un 5 % la energía consumida en cada lavado, en un 10 % el peso de detergente y de material utilizado en los envases, y en otro 10% la cantidad de componentes orgánicos de difícil eliminación en el medio ambiente. Si se cumplen estas previsiones, cada año los españoles se ahorrarán 50.000 toneladas de detergente (suficientes para llenar 40 piscinas olímpicas) y 87 millones de kilovatios/hora de electricidad (los mismos que emplea la Comunidad de Madrid en un año para alimentar el alumbrado público). A los vertederos no llegarán unas 3.500 toneladas de embalajes y de las aguas residuales habrán desaparecido casi 1.400 toneladas de sustancias contaminantes. Para cumplir estos objetivos, las industrias asociadas a Adelma disponen ya de algunos recursos, como los detergentes de última generación, capaces de actuar en agua a baja temperatura y ser efectivos empleando una dosis menor de lo habitual. Asimismo, en los nuevos productos se han ido sustituyendo algunas sustancias especialmente agresivas, como determinados tipos de tensoactivos, por otras más fácilmente degradables. También se ofertan nuevos envases, de menor tamaño y peso, o fabricados con materiales reciclables. En todo el ciclo de vida de un detergente (elaboración de materias primas, fabricación del producto, envasado, transporte, uso y eliminación), los mayores impactos ambientales se localizan en la fase de uso y desecho, en la que se concentra casi el 70% del consumo energético, el 96% de los vertidos líquidos y el 89% de los residuos sólidos. Y estas dos fases pueden ser moduladas por los consumidores. A ellos se les pide que reutilicen los envases rellenables, que no pongan la lavadora con poca ropa, que dosifiquen el detergente en función de la suciedad y de la dureza del agua, y que laven a la temperatura más baja recomendada.

De todo un poco

Aunque parezca que están elaborados con una única sustancia, o una mezcla muy simple de materias primas, los detergentes más modernos incluyen en su formulación una variada gama de componentes: » Tensoactivos: Materia activa del detergente, el elemento que ablanda el agua y permite que esta disuelva la suciedad. Los hay de distintos tipos, aunque los más agresivos para el medio ambiente, por la dificultad que tienen para degradarse, son los aniónicos. » Coadyuvantes: Complementan la acción de los tensoactivos, actuando de manera similar y ayudando a la dispersión de la suciedad desprendida. En este grupo se incluyen los fosfatos, zeolitas, carbonato sódico, silicato sódico y polímeros. Los primeros, una vez que llegan a cauces, lagunas o embalses, provocan una sobrealimentación de las algas microscópicas, que terminan por agotar el oxígeno y causan la desaparición de las formas de vida acuática. » Blanqueantes: Los hay de tipo químico, encargados de eliminar, por oxidación, determinadas manchas en la ropa blanca, y también ópticos, capaces de crear un efecto de mayor blancura. » Enzimas: Ayudan a la eliminación de ciertas manchas, potenciando la eficacia de los detergentes. Además, en la composición de estos productos también intervienen colorantes, pigmentos, perfumes, conservantes y los denominados "auxiliares de presentación", cuya misión es evitar su apelmazamiento y facilitar su disolución en el agua. En España los consumidores se decantan por los detergentes en polvo, que representan el 93 % de este mercado. Los productos líquidos, asociados en la mayoría de los casos al lavado de prendas delicadas, ocupan cerca de un 7% del mercado, mientras que en Francia, por ejemplo, sumán un 50%.

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