Reportaje:

"Y ésta... por mamá"

Hay un rincón en la prisión de Soto del Real -el más apartado de la puerta de entrada- donde se vive la condena más dura, mucho más incluso que la de los presos de régimen especial, castigados por su peligrosidad a permanecer solos y encerrados la mayor parte del día. Un rincón que impresiona más al visitante que el rostro de un asesino muy conocido, que el buenos días y la media sonrisa del violador. El rincón de la guardería.El lugar donde los hijos de mujeres presas -de un año, de dos, también más pequeños- pasan jugando la mañana y luego almuerzan alrededor de una mesa redonda de colores. ...

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Hay un rincón en la prisión de Soto del Real -el más apartado de la puerta de entrada- donde se vive la condena más dura, mucho más incluso que la de los presos de régimen especial, castigados por su peligrosidad a permanecer solos y encerrados la mayor parte del día. Un rincón que impresiona más al visitante que el rostro de un asesino muy conocido, que el buenos días y la media sonrisa del violador. El rincón de la guardería.El lugar donde los hijos de mujeres presas -de un año, de dos, también más pequeños- pasan jugando la mañana y luego almuerzan alrededor de una mesa redonda de colores. "Y la última", promete la monitora con la cuchara llena de puré en la mano, "por mamá...".

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Por una madre que volverán a encontrar después de comer, recluida en su celda, esperando juicio o cumpliendo condena. "A esto", admite Eugenio Arribas, el director de la prisión, "es a lo que nunca llegas a acostumbrarte. Los ves aquí y no puedes evitar pensar qué será de ellos cuando salgan a la calle...".

Otros, los mayorcitos, se montan cada mañana en el microbús que les lleva al colegio.Luego, al caer la tarde, regresan. A su casa. Como todos los niños.

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