Tribuna:

Cierre aburrido

El comportamiento de los inversores en esta última parte del ejercicio confirma la carencia de expectativas a medio plazo. Ni siquiera la agitación habitual del periodo de cómputo de los precios de cierre para los contratos de futuros y opciones ha logrado animar la inversión, que ve en estos precios un nivel adecuado a sus pretensiones.

El mercado español no ha sido un caso único en cuanto a la ausencia de alicientes y de respuestas, coincidiendo en esa falta de orientación con el conjunto de las bolsas europeas y con Wall Street, al menos en las primeras horas de sesión.

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El comportamiento de los inversores en esta última parte del ejercicio confirma la carencia de expectativas a medio plazo. Ni siquiera la agitación habitual del periodo de cómputo de los precios de cierre para los contratos de futuros y opciones ha logrado animar la inversión, que ve en estos precios un nivel adecuado a sus pretensiones.

El mercado español no ha sido un caso único en cuanto a la ausencia de alicientes y de respuestas, coincidiendo en esa falta de orientación con el conjunto de las bolsas europeas y con Wall Street, al menos en las primeras horas de sesión.

La estabilidad de los tipos de cambio y de las rentabilidades en los mercados de divisas y de deuda parece una consecuencia lógica de la situación a que se llegará con el euro el próximo día 1 de enero, y las bolsas aceptan esa tranquilidad como un bálsamo necesario después de un año en el que las volatilidades han alcanzado niveles históricamente altos, A estas alturas del curso, los inversores se conforman con no perder ni un duro más, aunque sea a cambio de renunciar a no ganar ni una peseta.

La situación de fondo sigue siendo la misma de los últimos 10 días, con los inversores sumidos en una especie de toma y daca en la que unos ponen papel, como consecuencia de la venta por motivos fiscales, y otros lo retiran para no mantener ocioso el dinero.

La búsqueda de valores no cíclicos, con negocios en los que los ingresos mantienen una constante como consecuencia de un consumo alejado de los vaivenes de las materias primas o del comercio exterior, básicamente, se ha convertido en el deporte favorito de los gestores, que confirman así las preferencias por un tono conservador en las carteras para los próximos meses.

La contratación del mercado continuo fue de 174.923 millones de pesetas, poco más de un millón de euros, gracias al negocio generado por el cierre del mercado de futuros que, si no fue capaz de mover mucho los precios, sí que consiguió que el arbitraje mantuviera una actividad alta.

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