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Sacar partido al viento

EMPRESAS» SevipolEsta noche, el sueño que se apoderó de José Antonio Laborda hace un año, se presenta en sociedad. "Me dije, "fabricar esto está chupao"; me equivoqué, es lo más complejo del mundo". El alma mater de Sevipol, buen aficionado a la navegación, visitaba el año pasado el Salón Náutico de Barcelona, cuando, entre velas y aparejos, decidió empezar con un nuevo negocio: la fabricación en serie, "y en serio" de un yate. El Triana 36, un revolucionario velero de l1 metros de eslora, es el resultado de aquella suerte de revelación, que hoy podrá verse en público por primera vez en Sevill...

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EMPRESAS» SevipolEsta noche, el sueño que se apoderó de José Antonio Laborda hace un año, se presenta en sociedad. "Me dije, "fabricar esto está chupao"; me equivoqué, es lo más complejo del mundo". El alma mater de Sevipol, buen aficionado a la navegación, visitaba el año pasado el Salón Náutico de Barcelona, cuando, entre velas y aparejos, decidió empezar con un nuevo negocio: la fabricación en serie, "y en serio" de un yate. El Triana 36, un revolucionario velero de l1 metros de eslora, es el resultado de aquella suerte de revelación, que hoy podrá verse en público por primera vez en Sevilla. Este madrileño enamorado de Andalucía -"aquí me entierran, seguro"-, está acostumbrado a plantearse retos. Empezó su actividad empresarial en el negocio de la rotulación con la sociedad Luminosos Iberia. Y hace ya 10 años dio un salto mortal: montó la primera fábrica de producción de palas de aerogeneradores, los gigantescos molinos que transforman la fuerza del viento en electricidad. Le salió bien. Sevipol tiene dos plantas en Galicia y Canarias y en Sevilla ha quedado el centro de investigación. En la elaboración de las palas, 23 metros y 8.000 kilos para generar energía, se utiliza "tecnología punta". El laminado, la acumulación y prensado de capas de fibra de vidrio y resinas de vinilester (un tipo de plástico) es la receta del éxito de Sevipol. Los cálculos de los ingenieros indican la fórmula ideal para alcanzar grosor y resistencia con el menor peso posible. "Me di cuenta que dominábamos la tecnología que se usa para fabricar veleros, que podíamos hacerlo mejor que cualquier astillero". En esta constatación estaba el embrión de lo que hoy es el Triana 36. La técnica usada en el laminado es crucial para evitar ósmosis, tan temida por los navegantes: la formación de microburbujas de aire entre capa y capa, que puede roer lentamente la consistencia de cualquier casco. La garantía de que Sevipol casi va sola -tiene un contrato en exclusiva con Abengoa para hacer las palas de sus aero-generadores-, dio el empujón definitivo a Laborda a "esta pequeña locura", que, en todo caso, piensa rentabilizar a "medio plazo". El empresario advierte de los riesgos: "No hay ningún astillero en España que se dedique a la producción en serie de un modelo". Y evoca las líneas maestras de lo que fue idea y ya es un velero. "Quería algo innovador, de acuerdo con la tecnología que usamos". El proyectista Javier Soler dio a Laborda lo que quería: un velero de recreo de una longitud poco habitual, 11 metros de eslora, cuyo atrevido diseño, con una quilla semiplana, le permite alcanzar velocidades inusitadas. Y si hay que arriar las velas , un motor de 105 caballos, 60 en su versión más baja -aún así casi el doble que lo habitual-, suplirá la fuerza del viento sin problemas. "Me ha dicho que va como un tiro" dice Laborda, mientras señala a Sergio Llorca, patrón habitual del Cutty Shark, uno de las más prestigiosas embarcaciones de competición, que ha sido el probador del Triana 36. El American Bureau of Shipping y el Bureau Veritas han certificado su seguridad. Laborda abandona el despacho y salta entre los dos modelos que alberga la planta sevillana de Sevipol. El empresario rechaza que se dirija a un consumidor elitista. "Para mucha gente, un velero es como la segunda vivienda del verano", argumenta. Equipara "pasar las vacaciones entre puerto y puerto y tener un apartamento en Rota o Chipiona". Por eso, se ha decidido a fabricar un velero prèt a porter, con todo lo necesario para echarlo a navegar. "Comprarse un yate muchas veces es una tomadura de pelo", asegura. Y es que, a veces, el barco no trae ni las velas. "Te tienes que gastar casi dos millones después de comprarlo". El Triana 36 viene con todos los detalles de serie -desde el sistema de navegación GPS hasta microondas-, y todo en las marcas punteras. Los descuentos de los proveedores permitirán a Laborda poner 60 Triana 36 en mercado al año por un precio ajustado: 12,3 millones de pesetas, a los que hay que sumar el 16% de IVA y el 12% del impuesto de matriculación. El sueño loco de Laborda culmina su trayecto circular donde empezó: el próximo día 28, en el Salón Náutico de Barcelona.Dirección Polígono industrial Fridex, calle 4, Alcalá de Guadaira, Sevilla Empleos 60 Facturación 1.500 millones de pesetas Producción Fabricación es serie de la embarcación Triana 36 El "Triana 36" es una embarcación de 11 metros que saldrá al mercado con todos los accesorios de serie

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