PULSO EN EL PSOE

La recurrente amenaza de un congreso extraordinario

La convocatoria de un congreso extraordinario ha sobrevolado en los últimos meses como un riesgo o como una oportunidad, según la perspectiva de unos u otros dirigentes del PSOE. La inmensa mayoría, entre ellos Joaquín Almunia y José Borrell, lo consideraron desde el principio un despilfarro del impulso e ilusión acumulados en las elecciones primarias, que debían ser empleados en hacer oposición al PP y en recuperar potencia como alternativa de Gobierno.Para los guerristas e Izquierda Socialista, perdedores en el último congreso federal, la derrota de Almunia debía ir acompañada de su dimisión...

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La convocatoria de un congreso extraordinario ha sobrevolado en los últimos meses como un riesgo o como una oportunidad, según la perspectiva de unos u otros dirigentes del PSOE. La inmensa mayoría, entre ellos Joaquín Almunia y José Borrell, lo consideraron desde el principio un despilfarro del impulso e ilusión acumulados en las elecciones primarias, que debían ser empleados en hacer oposición al PP y en recuperar potencia como alternativa de Gobierno.Para los guerristas e Izquierda Socialista, perdedores en el último congreso federal, la derrota de Almunia debía ir acompañada de su dimisión como secretario general y de la elección de un nuevo equipo dirigente para el partido, más en sintonía con el sesgo a la izquierda que parecía representar Borrell.

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Riesgos para su carrera

Borrell aspiraba a ser el auténtico líder del partido, y no descartaba pugnar por la secretaría general en un congreso. Pero comprendió que la precipitación de una asamblea de esas características podía transmitir una imagen de crisis, cuando el PSOE acababa de salir fortalecido de las primarias, y además entrañaba riesgos muy graves para su propia carrera como candidato a la Presidencia del Gobierno. Sabía que no podía descartar la posibilidad de que en el proceso de elección de los delegados al congreso, influenciable por el aparato del partido, se formase una mayoría que prefiriese a otro candidato, lo que le dejaría sin la secretaría general y le minaría como candidato a La Moncloa.Desde entonces, ha seguido haciendo oídos sordos a quienes le animaban a zanjar el pulso con Almunia con un congreso extraodinario, aunque internamente no le hacía ascos a la posibilidad de pugnar por la secretaría general, si la situación viniese rodada.

Almunia, por su parte, retiró su dimisión como secretario general, puesta sobre la mesa al día siguiente de su derrota en las primaras, en buena parte porque de ese modo evitaba un congreso federal, ineludible si formalizaba su renuncia al frente de la ejecutiva. Almunia consideraba un desastre que el PSOE se embarcase en la disputa interna que entraña un congreso extraordinario cuando la legislatura ha superado el ecuador y para el año que viene están previstas elecciones al Parlamento de Cataluña y a los de otras trece comunidades autónomas, así como los comicios municipales y europeos.

Esas apreciaciones han sido compartidas en los últimos días por casi todos los secretarios regionales, que ven amenazadas las expectativas electorales de sus organizaciones por el conflicto.

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