El descubrimiento de un "topo" en 1995 rompió la seguridad de ETA

La dirección de ETA ha vivido durante los tres últimos años convencida de que los aparatos de Seguridad del Estado habían logrado infiltrarse en escalones de la organización que tenían relación directa con los principales dirigentes de la banda. En marzo de 1995, la cúpula etarra descubrió que el responsable del aparato político de ETA, Mikel Albisu, Antza, tenía como ayudante a una persona que el espionaje español, el Cesid, presumiblemente había logrado infiltrar en 1989. Desde entonces, la búsqueda de topos ha sido una de las obsesiones de los etarras.

Esa psicosis de infiltración, j...

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La dirección de ETA ha vivido durante los tres últimos años convencida de que los aparatos de Seguridad del Estado habían logrado infiltrarse en escalones de la organización que tenían relación directa con los principales dirigentes de la banda. En marzo de 1995, la cúpula etarra descubrió que el responsable del aparato político de ETA, Mikel Albisu, Antza, tenía como ayudante a una persona que el espionaje español, el Cesid, presumiblemente había logrado infiltrar en 1989. Desde entonces, la búsqueda de topos ha sido una de las obsesiones de los etarras.

Esa psicosis de infiltración, junto a los sucesivos golpes policiales, fue clave para que la banda terrorista insistiera en apoyar un acuerdo entre el Partido Nacionalista Vasco y Herri Batasuna como paso previo para acordar de inmediato una tregua indefinida. ETA "está agujereada", llegó a decir uno de sus jefes, José Javier Arizkuren, Kantauri, antes del alto el fuego. El supuesto topo descubierto en 1995, que fue denunciado por ETA en un comunicado publicado en Egin, acompañaba habitualmente a Antza como chófer en sus desplazamientos, lo que, presumiblemente, habría proporcionado gran cantidad de datos para la lucha antiterrorista.

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