EL JUICIO DEL 'CASO BANESTO'

Ay de aquellas preguntas impertinentes, pero reveladoras

El letrado de Banesto, José Antonio Jiménez, hizo ayer una pregunta que el presidente del tribunal, Siro García, consideró impertinente, impertinentísima, sin atenuantes. Como la secretaria y empleada de Romaní, Elena García Baquedano, relató que en 1995 hizo un pago de unos 700 millones de pesetas con destino presunto a una sociedad del panameño Jaime D. Cedeño, el letrado inquirió por qué razón no habló con Romaní para que el dinero se pusiera a disposición del juzgado.A fin de cuentas, por esas fechas, Romaní había pasado por la cárcel (diciembre de 1994, 30 de enero de 1995), acusado, entr...

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El letrado de Banesto, José Antonio Jiménez, hizo ayer una pregunta que el presidente del tribunal, Siro García, consideró impertinente, impertinentísima, sin atenuantes. Como la secretaria y empleada de Romaní, Elena García Baquedano, relató que en 1995 hizo un pago de unos 700 millones de pesetas con destino presunto a una sociedad del panameño Jaime D. Cedeño, el letrado inquirió por qué razón no habló con Romaní para que el dinero se pusiera a disposición del juzgado.A fin de cuentas, por esas fechas, Romaní había pasado por la cárcel (diciembre de 1994, 30 de enero de 1995), acusado, entre otras, por la operación cementeras (presunta estafa de 1.500 millones) El presidente Siro García no dejó que la testigo contestara y consideró, como se ha señalado, impertinente la pregunta.

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Sin embargo, esta intervención de Siro García hay que verla en correspondencia con otra suya anterior, cuando el fiscal interrogaba a la testigo. Cuenta habida que ella parecía eludir las preguntas, el presidente le recordó la existencia del delito de falso testimonio. Momento de temblor y vacilación. Pero, todo hay que decirlo, Elena García Baquedano fue fiel a su patrón, Arturo Romaní.

A Hans Gassner, el administrador de la Fundación Levis de Liechtenstein, que tiene el dinero de Carburos, le conocía. "Pasó por el despacho de Romaní".

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