El Clínico alerta del riesgo de que el nuevo metro dañe sus aparatos de precisión

El túnel de la línea 7 del metro no ve la luz. Si en agosto pasado su paso por el subsuelo del Tribunal Constitucional provocó la protesta de los magistrados y su consecuente cambio de trazado (con un coste de 1.000 millones de pesetas para el erario público), ahora es el hospital Clínico Universitario en pleno quien ha dado la voz de alerta. Los responsables del centro médico han descubierto que el túnel, tras el cambio de trazado, pasa por debajo de sus instalaciones -a una profundidad de 28 metros- y que este hecho ya irreversible -la obra ya está terminada y la línea entrará en funcion...

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El túnel de la línea 7 del metro no ve la luz. Si en agosto pasado su paso por el subsuelo del Tribunal Constitucional provocó la protesta de los magistrados y su consecuente cambio de trazado (con un coste de 1.000 millones de pesetas para el erario público), ahora es el hospital Clínico Universitario en pleno quien ha dado la voz de alerta. Los responsables del centro médico han descubierto que el túnel, tras el cambio de trazado, pasa por debajo de sus instalaciones -a una profundidad de 28 metros- y que este hecho ya irreversible -la obra ya está terminada y la línea entrará en funcionamiento en febrero- puede afectar la célula más sensible del hospital: sus aparatos de alta tecnología, valorados en más de 1.500 millones de pesetas. Y es que, según la Dirección Provincial del Insalud y la propia gerencia del Clínico, los campos electromagnéticos que liberarán las masas metálicas de los trenes a lo largo del túnel pueden generar en la superficie hospitalaria distorsiones graves en el trabajo de la maquinaria de alta sensibilidad de los servicios de Medicina Física, Endoscopia, Radiodiagnóstico y Medicina Nuclear. Cuatro departamentos que acumulan el 95% de la tecnología punta del centro y que además se ubican, a tenor del plan de reforma en el que está inmerso el hospital Clínico (5.000 millones de presupuesto) en las plantas baja y sótano del edificio sanitario, es decir, justo encima del túnel.

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"Los campos magnéticos creados por los vagones en el túnel pueden repercutir en los aparatos actuales, pero también en los futuros. Es un problema del que tenemos bibliografía y que si no se soluciona rápido puede hipotecar nuestro futuro y apartarnos de la tecnología médica punta", señaló ayer el gerente del hospital Clínico, Juanjo Equiza.

El origen del conflicto surgió en agosto pasado, cuando la Consejería de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes, dirigida por Luis Eduardo Cortés, decidió cambiar el trazado de la ampliación de la línea 7 del metro (Avenida de América-Pitis), de forma que no pasase por debajo del Tribunal Constitucional, en la calle de Isaac Peral (Moncloa). Esta modificación, debida a las protestas de los magistrados ante la posibilidad de que el túnel fuera utilizado para un atentado terrorista, implicó el aumento del trazado en 246 metros y su desplazamiento cien metros al oeste, de forma que discurriese por el hospital Clínico, en la calle del Profesor Martín Lagos (Moncloa).

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Una comisión de expertos determinará el impacto del metro en los aparatos del Clínico

VIENE DE LA PÁGINA 1Los responsables del hospital, según su versión, no fueron advertidos oficialmente de este cambio de trazado. "Es más, la última información oficial que tuvimos de la Comunidad data de marzo de 1998, cuando nos pidieron permiso para hacer catas en los terrenos del hospital con vistas a las obras del Tribunal Constitucional", afirmó un portavoz oficial de la Dirección Provincial del Insalud.

En septiembre, ante las informaciones que se referían a la construcción del túnel, la comisión de obras del hospital se reunió y decidió dirigirse a la Consejería de Obras Públicas en busca de confirmación y también para saber si los técnicos regionales habían investigado las posibles repercusiones de esta construcción en la maquinaria.

El resultado de la gestión cayó como una losa entre los médicos. No sólo se daba por hecha la obra, sino que el escrito de respuesta de Obras Públicas, con fecha de 29 de septiembre, concluía señalando que se desconocían los efectos que pudiese tener el túnel en "aparatos de alta sensibilidad".

"No se nos había comunicado oficialmente la obra y ésta, además, se había efectuado en verano, con lo que al llegar septiembre nos encontramos con el túnel ya hecho. La Consejería alegó que en trabajos por debajo de los 10 metros no tiene necesidad de informar. Pero nosotros tenemos bibliografía que demuestra que ha habido casos de interferencia y lo único que pedimos es comprobar si hay algún problema en nuestro hospital", explicó el gerente del Clínico, Juan José Equiza.

"Ha sido algo impresentable, toda nuestra tecnología está en peligro y nadie se ha tomado la molestia de avisarnos. Sé que nos acusarán de alarmistas, pero si no alzamos la voz ahora, el mal puede ser mucho peor en el futuro", apostilló el jefe del servicio de Endoscopia, Juan Ramírez Armengol.

Frente a esta inquietud médica, el consejero de Obras Públicas, Luis Eduardo Cortés, se mostró ayer convencido de que el túnel no afectará "en absoluto" a la maquinaria de alta sensibilidad del hospital. "El paso está 28 metros por debajo del último sótano del Clínico. Si en La Paz, atravesada por el túnel de la línea 10, que está a 18 metros de profundidad, no ha habido problemas, no entiendo por qué ha de haberlos aquí", respondió Cortés.

Esta postura del máximo representante de la consejería encargada de las obras del metro no impidió que ayer se celebrase una reunión de urgencia de las instituciones implicadas, incluida la Universidad Complutense (dueña de los terrenos). Entre los representantes del hospital Clínico figuraban, entre otros, el gerente y el jefe del servicio de Endoscopia, así como el catedrático Eliseo Baño, jefe del servicio de Física Médica, y el catedrático César Pedrosa, jefe del servicio de Radiodiagnóstico. Metro, por su parte, llevó como experto a un catedrático de Física.

El resultado de la reunión, calificada de "tensa" por algunos asistentes -"la consejería y Metro nos ha querido imponer un ultimátum", señaló un médico-, supuso un doble acuerdo que, en principio, cuenta con la aquiescencia del bando clínico. Así, se ha decidido crear una comisión de expertos que en el plazo de un mes ha de concluir si la futura línea del metro repercutirá tanto en los aparatos ya instalados como en aquellos que en los próximos años puedan implantarse en el centro.

"Vamos a ponernos en contacto con los fabricantes para que nos informen sobre la posibilidad de un impacto negativo. Queremos estar seguros de que no hay problemas tanto en la tecnología actual como en la que podamos instalar en los próximos años, no queremos ver truncadas nuestras posibilidades de futuro", indicó el gerente del Clínico.

Otras fuentes médicas añadieron que en este punto del acuerdo también se incluye el estudio de la repercusión que puedan tener los propios aparatos médicos en la línea del metro. "En cualquiera de sus sentidos, no será una investigación sencilla, junto a la respuesta de los fabricantes habrá que efectuar simulaciones físicas para conocer el alcance de los campos magnéticos", añadió el jefe de Endoscopia.

El segundo punto de acuerdo, según el Insalud, radica en el compromiso por parte de la Consejería de Obras Públicas y de Metro de pagar las obras de reforma, protección o reubicación de servicios que se sustraigan del estudio.

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